martes, 23 de julio de 2013

julio 23, 2013
MÉRIDA, Yucatán, 23 de julio.- Desde hace 23 años, el doctor Jorge Espinosa Suñer realiza una callada labor de beneficencia en el oriente de la ciudad de Mérida: atiende pacientes sin cobrar y les da sus medicamentos en forma gratuita.

Un "ángel de bata blanca" regala salud desde hace 23 años: el Dr.Jorge Espinosa Suñer. Con el galeno, el Diputado Francisco Torres Rivas. (clic a las fotos)
No cobra un solo centavo por su trabajo ni por las medicinas que entrega, aunque éstas sean caras. “Dios me las envía y me da lo que necesito para vivir”, explica.

En su pequeño dispensario “San Juan Bosco” en la colonia Miraflores, el ex profesor de Medicina de la UNAM acepta platicar un poco de su labor y explica que se sostiene sólo de su pensión.

Es un “ángel de bata blanca” que no busca reflectores, sino sólo seguir ayudando a quienes lo necesitan. “Mientras más pobres, más gusto me da”, afirma con una sonrisa.

“Hubo alguien que vivió hace 2,013 años y ayudaba sin afán de presumir. Yo trato siempre de ser lo más humilde posible”, señala.

Y precisamente del Creador viene su motivación para realizar esta labor, callada, permanente y sin ganar dinero. “El amor es dar sin esperar recibir”.

El doctor Espinosa dice que “todos le pedimos: a Dios, al Gobierno, a nuestros vecinos, amigos y familiares. Pero casi nadie quiere dar”.

Lista de benefactores en una pared del dispensario.


Muestras de agradecimiento y afecto al diputado Francisco Torres Rivas.
Añade que si todos diéramos un poco de lo que Dios nos dio, viviríamos mejor y en concordia.

Entre sus benefactores reconoce al diputado Francisco Torres Rivas, quien le ha apoyado en diversas ocasiones con despensas y cobertores para la gente, y ahora se suma con medicamentos.

Relata que conoció al diputado priista cuando éste hacía campaña, hace casi un año. “Pasaba Panchito por aquí, caminando. Yo salí y lo llamé para pedirle su apoyo, desde entonces me ha ayudado. Ahora espero también que ayude a los jóvenes de la colonia”.

En su pared tiene colgada una lista con los nombres de sus benefactores, donde figuran empresas, laboratorios médicos y personas de buena fe que le hacen llegar donativos en especie. “Toda ayuda es bienvenida”, asegura.

Relató el caso de una pareja de ancianitos que en una ocasión le llevaron “dos pastillitas” que les sobraron. “Lo que importa son las ganas de ayudar”, señala.

El médico, quien es un personaje en la colonia, fue entrevistado durante una entrega de despensas a los vecinos por parte del diputado Torres Rivas, “alguien –dijo el doctor Espinosa- “que nos ha ayudado mucho”.

En su mensaje, “Panchito” Torres dijo que “me llenó de gusto conocer el trabajo que usted realiza y por ello hice el compromiso de apoyarlo en lo que necesite”.

Torres Rivas afirmó que el doctor Espinosa Suñer es una persona que da el ejemplo de apoyo a la comunidad. “Y hay que ayudar al que ayuda”. El priista entregó en esta ocasión 50 despensas a gente necesitada.
Torres Rivas conversa con las pacientes del dispensario en la Colonia Miraflores.

El diputado "Panchito" le entregó un reconocimiento al doctor, ante el beneplácito de las pacientes.

El Dr. Jorge en su pequeño consultorio.

Aunque el médico dice que cuenta con lo necesario, acepta que tiene un problema y “que no voy a poder resolver”: el espacio. Es limitado el pequeño consultorio y su área de espera para atender a toda la gente que llega.

Durante la entrevista, muestra los medicamentos que regala a sus pacientes: algunas ampolletas cuyo precio comercial es de 150 y pastillas que cuestan más de 800 pesos.

El dispensario médico “San Juan Bosco” se encuentra en la calle 19 por 20 y 22, en el predio número 201-F de la colonia Miraflores. Si usted desea ayudar, puede visitarlo en el horario de atención: de 8 am a 2 pm y de 4 a 7 pm. El teléfono es 929-39-87 y celular 9991 83-32-94.

El doctor Espinosa Suñer es médico graduado en la Universidad Nacional Autónoma de México. Atiende a 20 personas en promedio al día y no tiene empleados. Con él trabajan su esposa como enfermera y asistente, su hijo como laboratorista y su cuñada es dentista.

Ellos ofrecen análisis clínicos y consultorio dental a precios módicos, más barato incluso que en otros consultorios de bajo precio.

Señala que le enoja mucho que muera alguien por falta de atención, por no tener dinero para atenderse. “El rico puede ir a donde quiera, el pobre no. Y muchas veces lo tratan con la punta del pie”, se queja. “Me enoja mucho que a los pacientes pobres los manden a la calle a esperar que se mueran”.

Por eso, dice, seguirá con su labor de ayudar a la gente pobre hasta donde Dios se lo permita, con la ayuda de Él y de los demás.

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