domingo, 2 de junio de 2013

junio 02, 2013

El Fantasma




Engarce



El misterio nocturno era divino.
Eudora estaba como nunca bella
y tenía en los ojos la centella,
la luz de un gozo conquistado al vino.

De alto balcón apostrofóme a tino;
y rostro al cielo departí con ella
tierno y audaz, como con una estrella...
¡Oh qué timbre de voz trémulo y fino!

¡Y aquel fruto vedado e indiscreto
se puso el manto, se quitó el decoro,
y fue conmigo a responder a un reto!

¡Aventura feliz! La rememoro
con inútil afán, y en un soneto
monto un suspiro como perla en oro.



En un álbum

 

Alma, florece y canta, mas sepulta
en la sombra tu música y tu broche;
como florece la violeta: oculta,
y como canta el ruiseñor: de noche.

Esconde el ideal de esos deseos
a cuyo sacro fuego te consumes:
hay ojos que interrumpen los gorjeos
y manos que arrebatan los perfumes.-

Conserva siempre intacto, nunca visto,
el frágil bien que con afán escudas:
un amor como el tuyo, es, ay, un Cristo
que tiene en cada confidente un Judas.

El Nacional, 1882


Canción Medieval





Oh tú la de crin rubia, luenga y rizada,
que caída en torrente barre las losas,
y que volando incita las mariposas,
porque así luce aspecto de llamarada!

Linajuda Regina que, por taimada,
finges al viejo duque modelo a esposas,
y de sus canas dices honestas cosas,
más dignas de la espuma de una cascada.

Ven y place al que tiene la voz dorada,
y perennes ortigas y eternas rosas,
y en el talón espuela y al cinto espada.

No ignores que los himnos hacen las diosas.
¡Oh tú la de crin rubia, luenga y rizada,
que caída en torrente barre las losas!

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