jueves, 13 de junio de 2013

junio 13, 2013
Pedro Echeverría V.

1. El INEGI (Institución del gobierno encargada de las estadísticas nacionales) reveló hoy que la cúspide de la pirámide social mexicana está integrada por un millón 340 mil personas de clase alta (1.7 por ciento del total de los habitantes del país); en tanto que su base está constituida por 66.4 millones de individuos de clase baja (59.1 por ciento de la población nacional); la clase media en México está conformada por unos 44 millones de personas (39.2 por ciento de la población total) con un aumento de 11.4 por ciento durante los 10 años considerados. Estos datos inocultables –aunque siempre acomodados para beneficiar al gobierno en turno para no presentar a México tan miserable- son los únicos que hay, pero deben usarse de manera crítica.


2. Sin ir a la crítica de los datos hay un reconocimiento del gobierno de la gigantesca desigualdad social, de la polarización de la riqueza y los privilegios y la profunda miseria en el 60 por ciento de la población. ¿Qué pasaría si se expropiara a ese 1.7 de millonarios –cientos de ellos entre los más ricos del mundo- y con sus millones se abrieran miles de centros productivos y tres millones de empleos? Me responderían que no se podría porque México sería invadido inmediatamente por marines de EEUU, Inglaterra, Israel y Colombia porque sería un mal ejemplo. No solo se acabaría el hambre y la miseria en México, sino que tendría riquezas para exportar y emparejar su comercio mundial. Pero realmente es vergonzosa esa extremada cifra entre clase alta y clase baja.

3. Sólo Carlos Slim posee 60 mil millones de dólares y tras él vienen Salinas Pliego, Bailleres, Larrea, Hank Rhon, Servitje, Arango, Azcárraga, González, Hernández, Harp y otros que representan parecidas cantidades y propiedades concentradas en el DF, Estado de México, Monterrey, Guadalajara, Puebla, Veracruz, etcétera. Estos y otros mil millonarios controlan toda la economía del país, todas las riquezas que se producen y mantienen a millones de trabajadores en la pobreza extrema, además del desempleo. ¿Cómo se atreven a exigir que se aplique toda la ley a los “delincuentes y luchadores sociales” si ellos son los principales culpables de que la sociedad mexicana se encuentre en estas condiciones de desigualdad social y miseria material?

4. Cuando la clase gobernante y empresarial informan de clase alta, media y baja, es un reconocimiento de la existencia de clases sociales y de las enormes diferencias que existen entre ellas en México y en el mundo. ¿Puede entonces aconsejarse –como hacen los empresarios, los medios de información, Iglesia- que no luchen entre ellas porque “dios lo hizo así” o “así está destinado”? Por ello es importante recordar que Karl Marx (1818-83) no descubrió las clases sociales –pues éstas existen desde hace por lo menos cinco mil años- sino la lucha de clases como motor de los cambios históricos, es decir, reconocer la existencia de clases no es un mérito; lo importante es ayudar –mediante la lucha- a que éstas desaparezcan para evitar la desigualdad o la inequidad.

5. Marx, dado que partió de un análisis político-ideológico de las clases, no se conformó con describir con simpleza a una clase alta, media y baja; sino que encontró que esa clase alta se había hecho poderosa mediante la explotación del trabajo humano y el uso de la violencia contra la población; por eso le llamó clase explotadora y opresora a los esclavistas, a los señores feudales y a la burguesía: explicó el origen de su poder mediante el monopolio de las tierras, las fábricas, los bancos y el gran comercio; y en contraparte no habló con simpleza de la clase baja; explicó sus orígenes como esclavo, siervo y proletario; como trabajador que a través de milenios había hecho posible toda la riqueza creada con sus manos y sus herramientas, pero que no había disfrutado.

6. Luego Marx, en vez de la simpleza de llamar “clase media (clase media baja, media-media o media alta)”, clasificó a este sector con la categoría política de “pequeña burguesía” porque su aspiración principal –muy penetrada por la ideología dominante- era convertirse y vivir como clase burguesa explotadora. Aunque también Marx advirtió que la tendencia dominante era la “proletarización” o mayor empobrecimiento de la pequeña burguesía, que es lo que sucede en México a pesar de la deformación de los datos del INEGI. ¿O es que por trabajar un día a la semana o por tener un ingreso casual ya no puede ser un desempleado? ¿Si se posee un camión de carga y alquiler sin trabajo se es de la clase media? ¿El salario medio es de 5 mil pesos si una persona gana 10 mil y otro mil?

7. No solo me resulta escandaloso ese informe –aunque sea conservador- del INEGI, sino también el hecho de que no haya una respuesta ante tal situación. Lo peor es que cada año nos informan que la pobreza, la miseria y el desempleo de la mayoría de la población crecen mientras las ganancias de los grandes comercios, bancos y demás negocios ganan millones y millones de pesos. Pareciera una burla o una mentada de madre para los trabajadores. Pero para eso está la televisión, las telenovelas, el futbol y la iglesia: para mantener en la enajenación a la población pensando en que las cosas están hechas de esa manera y no hay posibilidad de cambiarlas. Ni modo, si el 1.7 de millonarios monta al resto de los mexicanos por algo será. (13/VI/13)