jueves, 13 de junio de 2013

junio 13, 2013

Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez

“Gobernador, tenemos todo listo para irnos contra Sabines; usted dice…”, le soltó un funcionario del gabinete de seguridad del presidente Enrique Peña Nieto al joven mandatario de Chiapas, Manuel Velasco Coello. Fue durante una gira en la entidad del sureste mexicano.

“No, por favor”, suplicó casi jadeante y asustado el gobernador de Chiapas. La anécdota la cuentan quienes la presenciaron.

No saben si el funcionario de alto nivel hablaba en serio, si “tanteaba el terreno” o simplemente deseaba poner en evidencia al novel político emanado del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que parece que mantiene lazos no sólo de lealtad sino de dependencia con su antecesor, Juan José Sabines Guerrero.



Manuel Velasco ganó su elección en 2012 con 67% de los votos. Un arropo de legitimidad mayor incluso al alcanzado por Miguel Ángel Mancera en la contienda por la jefatura de gobierno del Distrito Federal. Con 32 años de edad, nieto del prominente pacifista y otrora mandatario chiapaneco Manuel Velasco Suárez, se convirtió en el gobernador en activo más joven del país.

Siempre se supo que su ascenso, nominación y victoria estuvieron respaldados por la notable operación política de su compadre y entonces mandatario estatal en el poder, Juan Sabines, quien negoció con el candidato presidencial Enrique Peña Nieto que Velasco Coello fuera nominado no sólo por el Verde, sino también por el PRI. La maestra Elba Esther Gordillo, en ese momento en libertad, se sumó a la coalición con su partido, Nueva Alianza.

Ese capital político no le ha permitido ni siquiera cortar el cordón umbilical: a más de medio año de que tomó posesión, Manuel Velasco no ha podido nombrar a un secretario general de Gobierno ni a un procurador propios. Mantiene a los mismos de Juan Sabines: Noé Castañón León y Raciel López Salazar, respectivamente. Por no citar que lo mismo sucede en las carteras de Educación (regida por el elbista Ricardo Aguilar Gordillo), Campo (José Ángel del Valle), Turismo (Eliseo Maheda) y Pesca y Agricultura (Plácido Humberto Morales). La señal de subordinación que envía la registran todos sus interlocutores.

Su gobierno se percibe como frívolo. También espectacular, no porque sus acciones sean deslumbrantes… sino porque su cara sonriente aparece en una asombrosa cantidad de anuncios espectaculares que disfrazan una abierta propaganda política fuera del tiempo legal.

Su buena es que aún está a tiempo de enmendar.

SACIAMORBOS

Hace poco fueron invitados todos los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a una reunión en el Museo de Memoria y Tolerancia de la ciudad de México. Salió a la plática Manuel Velasco. Uno de los comensales empezó a decir: “…es que el gobernador…”. Un ministro interrumpió: “¿el qué, perdón?”. “El gobernador”, precisó el primero. “¿El qué?”, insistió el ministro ante la mirada pícara de quienes captaron la ironía. El emisor inicial de la frase puntualizó: “Manuel Velasco, el gob…”. “Ah, Manuel”, atajó el ministro y se soltaron las carcajadas en la mesa.

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