domingo, 23 de junio de 2013

junio 23, 2013
Artículo ¿Hacia el surgimiento de un cártel gay? publicado por Alejandro Suárez Zepeda en La Silla Rota:

El DF va perdiendo impulso como ciudad gay-friendly, por decir lo menos. Hechos recientes lo confirman. El último de ellos (uno de los más graves e indignantes): la desaparición de cinco jóvenes en el Virtual Mix Club, en la Delegación Gustavo A. Madero, en abril pasado.

Según una nota de la periodista Marcela Turati, aparecida el 9 de junio en el portal web del semanario Proceso: “pasadas las cinco de la mañana, adentro del bar Virtual de la colonia 18 de Marzo, en el Distrito Federal, el pasado 21 de abril, fueron vistos por última vez cinco jóvenes defeños que permanecen desaparecidos”.


Lo que la periodista omitió mencionar en su texto es que dicho establecimiento funcionaba como bar gay. Se trataba de un galerón de dos pisos, dotado de cuarto oscuro para sostener encuentros sexuales anónimos, pobremente acondicionado y decorado, según el testimonio de una persona que lo visitó a principios de abril. “Con una vez tuve para no querer volver. El ambiente era muy pesado, las miradas desafiantes... Corría mucha droga. Sólo faltaba que instalaran un puesto para vender las tachas. Todo mundo hasta la madre y relacionándose a través del consumo”.


Las desapariciones del Virtual no son el único hecho violento suscitado en contra de la llamada “comunidad gay” en fechas recientes. En los primeros seis meses del presente año (que corresponden también al primer semestre de Miguel Ángel Mancera al frente del gobierno local), podemos contabilizar cuatro eventos más de esta naturaleza:

1) El 11 de enero, dos jóvenes que habían acudido juntos al bar gay Living, en la colonia Juárez, aparecieron muertos en la colonia Agrícola Oriental, con huellas de tortura (se sospecha la participación de dos policías capitalinos en los hechos);

2) El 19 de enero, un grupo no identificado de individuos, asaltó, al filo de las 4 am, las instalaciones del club de encuentros gay Sodome, en la colonia Anzures;

3) Una semana más tarde, el 26 de enero, una persona homosexual fue asesinada a tiros a consecuencia de un pleito verbal con tintes homófobos a las afueras del bar Viena (gay), en la calle República de Cuba, a unos metros del Eje Central, uno de los más patrullados por la policía del DF;

4) El 15 de marzo, también de madrugada, unos policías del DF detuvieron ilegalmente a un joven de nombre Jonathan, quien caminaba por el Centro Histórico rumbo a su casa, y lo subieron a una patrulla “por andar de puto”. Para soltarlo, un policía le pidió que le practicara sexo oral.

Cabe mencionar, también, que el 15 de febrero pasado, tuvo lugar una ejecución afuera de la librería El Péndulo, y el 15 de julio de 2012, una balacera que dejó dos lesionados fuera de la Plaza del Ángel, ambos incidentes en la Zona Rosa, espacio reconocido como el barrio gay de la Ciudad de México. Ha trascendido que en sendos eventos se encontraban involucradas disputas por cuestiones relacionadas con el tráfico de drogas.

Los hechos descritos con anterioridad, evidencian que elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del DF, no sólo han fallado en su misión de proteger a las personas que forman parte de la comunidad gay, sino que, a menudo, son sus propios agresores. Todo ello a pesar de que el 16 de mayo pasado, el Gobierno del DF publicó en la Gaceta Oficial, el Protocolo de Actuación Policial de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal para Preservar los Derechos Humanos de las Personas que Pertenezcan a la Población Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Transexual, Travesti e Intersexual (LGBTTTI), con el objeto de brindar “un trato respetuoso y digno a la ciudadanía, sin importar su preferencia sexual e identidad de género, estableciendo acciones adecuadas y labores especializadas para prevenir todo tipo de discriminación hacia las personas de la población LGBTTTI”.

Tal como se miran las cosas, parece que estamos frente a un nuevo intento de simulación por parte del gobierno del DF en el que, por un lado, se anuncia el diseño e implementación de política pública para atender al colectivo de la diversidad sexual y hacer del DF una ciudad “gay-friendly”, mientras que, por el otro, permanece omiso e incluso hostil a la hora de brindarle la protección y seguridad que requiere.

Por la naturaleza de sus dinámicas de socialización, que frecuentemente tienen lugar en espacios de diversión nocturna, la comunidad gay representa un mercado bastante apetecible y susceptible de infiltrar por las mafias que se dedican al tráfico de drogas. Cuando menos, tanto los hechos del Living como los del Virtual, apuntan en ese sentido. En la actualidad, los narcotraficantes llegan a obligar a los dueños de los establecimientos donde se dan cita las personas que pertenecen al colectivo gay a permitir el acceso de sus dealers y la venta de drogas. En ocasiones, los propios dueños tienen participación en el negocio.

Durante una entrevista realizada la semana pasada a la hermana del también desaparecido Jerzy Ortiz (sólo que éste del bar Heaven), por el reportero de la Agencia de Noticias de la Diversidad Sexual, Erick Kin Gámez, ésta declaró: "tenemos antecedentes que van varios casos (más de desapariciones en bares de la Ciudad de México); de hecho, (a) unos amigos que sí eran gays los sacaron de un antro, y hay dos que no encuentran, y los demás (de los seis), los encontraron sin órganos".

Si hemos de creer en el dicho de Kelly Ortiz, las desapariciones del Virtual Mix Club podrían ser sólo la punta del iceberg y eventualmente estaríamos frente al descubrimiento de más casos de violencia y violaciones graves de derechos humanos en contra de personas homosexuales que, a su vez, podrían estar relacionadas con cuestiones de tráfico de drogas.

En los últimos años, las conquistas del movimiento por la disidencia sexual y de género en la Ciudad de México, han sido notables. Mucho se ha avanzado en el reconocimiento y la integración de esta diversidad de personas a la sociedad en condiciones de igualdad jurídica y política. Pero al mismo tiempo, ha tenido lugar el infiltramiento del colectivo, ya sea por parte de políticos oportunistas, como de mafiosos en busca de nuevos mercados (que a veces son lo mismo). Esperemos que con el tiempo no se convierta en un nicho de explotación al servicio de los peores intereses, como desgraciadamente parece ser la tendencia.

Twitter: @abrevaciones

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