CIUDAD DEL VATICANO, 22 de mayo.-
Ángel, un mexicano de 43 años de edad, abrió involuntariamente un
debate en El Vaticano luego que el Papa le impuso las manos en plena
Plaza de San Pedro, un gesto que para algunos especialistas fue un
exorcismo.
Muchos católicos sospechamos que el Papa Francisco tiene dones especiales. |
Todo ocurrió el domingo 19 de mayo al finalizar
la misa de Pentecostés, cuando el obispo de Roma se acercó a un grupo de
enfermos entre los cuales se encontraba un muchacho en silla de ruedas
acompañado por un sacerdote, quien se dirigió al Pontífice.
Tras
escuchar al presbítero, el Papa comenzó a orar mientras imponía con
fuerza las manos sobre la cabeza del hombre, que al mismo tiempo se
movía y convulsionaba. Cuando concluyó, la persona también se
tranquilizó.
La escena, que había pasado desapercibida en un
principio, fue calificada como "un verdadero exorcismo" por la
televisión de los obispos italianos (TV2000), que transmitió las
imágenes este lunes anticipando que iba a abordar el argumento en su
programa "vade retro" del viernes 24 de mayo.
Pero la noche del
mismo lunes el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, declaró: "El
Santo Padre no pretendía hacer ningún exorcismo".
Dice experto que sí fue exorcismo
No obstante el desmentido del
sacerdote jesuita y las disculpas públicas del director de TV2000, Dino
Boffo, el famoso exorcista Gabriele Amorth insistió que aquella oración
del Papa había sido un exorcismo con todas las de la ley.
"No sé
por qué existen jerarcas del Vaticano que han dicho que no fue un
exorcismo. Este es un buen joven, golpeado por este sufrimiento por el
cual tiene dentro de sí a cuatro demonios", indicó el sacerdote en
declaraciones a la Radio Rai.
Amorth ofreció algunos detalles y
aseguró que el poseído es de nacionalidad mexicana, se llama Ángel y
tiene 43 años de edad, está casado y tiene hijos. Sostuvo que él mismo
lo está tratando, para lo cual realiza cotidianamente diversos
exorcismos.
"Podemos decir que (el Papa) le hizo un exorcismo,
porque un exorcismo es aquello que uno hace poniendo las manos sobre la
cabeza de la persona y rezando, sin necesidad de recurrir a fórmulas
escritas", explicó.
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