viernes, 24 de mayo de 2013

mayo 24, 2013

Foto publicada por el Diario
de Yucatán tras el asesinato del
Lic. Palomeque.
MÉRIDA, Yucatán, 24 de mayo.- Hoy se cumplen 20 años del asesinato de Diego Armando Palomeque Río, Leidy María Montalvo Rivero y Judith del Rosario Benítez Pech, uno de los crímenes más sonados en la historia reciente de Yucatán.

El día de la ejecución

La tarde del lunes 24 de mayo de 1993 fueron encontrados muertos por sendos disparos a la cabeza los abogados Palomeque Río Montalvo Rivero, en el despacho que ambos ocupaban en la calle 70 No. 458 x 53 y 55 del centro de Mérida, en el barrio de Santiago.

Según Ricardo Ávila Heredia, el entonces Procurador General de Justicia del Estado, los licenciados fueron ejecutados aproximadamente al medio día. Este hecho consta en las actas incluidas al final de este artículo.

Los cadáveres fueron encontrados por el CP Miguel Vidal Vázquez, amigo de Palomeque. Luis Vela Sosa, también amigo del finado, dio aviso a las autoridades del trágico suceso.


Benítez Pech, quien laboraba como asistente de los licenciados, fue hallada herida de gravedad y trasladada al Instituto Neuropsiquiátrico, donde falleció la misma noche sin haber recobrado el conocimiento.

A la escena del crimen llegaron ambulancias de la Cruz Roja y policías judiciales encabezados por su entonces jefe, Gilberto Pech Pech, quienes comentaron al Diario de Yucatán en su momento que los cadáveres “estaban horribles”, indicando la posibilidad de que hayan recibido varios balazos, aunque al día siguiente se precisó que Palomeque y Montalvo fueron ultimados de un solo tiro.

Previo a la ejecución, los vecinos del rumbo aseguraron a reporteros del citado medio no haber visto ni oído nada sospechoso, lo cual dejó al aire la posibilidad de que los homicidas usaran silenciadores. Más adelante se supo que las balas eran de calibre 22. 

También destacó que se vio, días antes del asesinato, a una camioneta amarilla rondando el lugar.

Adicionalmente, los vecinos del rumbo declararon a los medios que agentes de la Judicial les indicaron que no dieran declaraciones a la prensa “para no entorpecer las investigaciones”. El Diario de Yucatán aseguró que el caso fue manejado con mucho hermetismo.

La mañana de ese lunes 24 de mayo, el Lic. Palomeque Río desayunó con una veintena de abogados que se reunieron con los ingenieros Federico Granja Ricalde y Tuffy Gáber Ancona. El primero aseguró a la prensa que acostumbraban reunirse con Palomeque y que dicha mañana "No parecía tener problemas". Tras enterarse de los hechos, Granja acudió a la escena del crimen.

Obituarios

Palomeque Río se desempeñó en dos ocasiones como tesorero de la directiva del Colegio de Abogados y jefe del departamento jurídico de Banca Serfín. Adicionalmente, se desempeñó como subprocurador de Justicia durante la administración del Dr. Francisco Luna Kan y se creía que otorgaba dinero en préstamo, pero el entonces procurador, Ricardo Ávila Heredia, declaró que aunque así fuera "no podemos establecer una conexión entre esas actividades y el triple homicidio".

Sobrevivieron a Palomeque su viuda María Cristina Lizarraga Rosado, hijos Cristina de Guillermo, Armando y Alejandro, hijo político Enrique Guillermo Rodríguez, hermanos María del Socorro de Peón, Nidia Edelmira, Yolanda Alicia, Elsy Argelia viuda de Ramos, Enna Margarita de Hartman y Jorge, su madre política Ana María Rosado viuda de Lizarraga, hermanos políticos Augusto Peón Acevedo, Tomás Hartman Kennedy, Lourdes Osorno Medina de Palomeque y Jacinto y Leonor Elena Lizarraga Rosado de Chami y nieto Enrique Guillermo Palomeque. Fue hijo de Armando Palomeque Cámara y María Río Peniche.

El Licenciado Palomeque fue velado en la Funeraria Perches y sepultado en el Panteón Jardines de Paz.

Leidy María fue hija de Francisco Montalvo y Narcisa Rivero y vivía en la colonia Esperanza (Vergel III según su acta de defunción). Le sobrevivió también su viudo, quien fue parte importante de las investigaciones posteriores al homicidio.

La secretaria Judith Benítez Pech fue hija de Gilberto Benítez Puc y Julia Pech Can.

Las dos víctimas fueron inhumadas en Xoclán el día posterior al homicidio.

Las investigaciones

La Licenciada Montalvo se casó el mes anterior con el profesor Iván Espínola Gil, de 24 años, licenciado en Derecho egresado de la UADY al igual que ella, con quien vivía en el rumbo de Vergel III. Destacó el hecho de que Espínola estaba en Tixkokob cuando se le avisó de la muerte de su esposa y que no acudió a la velación ni funeral de su esposa debido a que estaba realizando pesquisas con agentes de la Judicial desde la noche del lunes, con quienes salió a Campeche para continuar con la investigación.

El viudo informó a las autoridades sobre un sujeto que supuestamente adeudaba 800 mil pesos al Lic. Palomeque, tras lo cual fue puesto bajo custodia, presuntamentepara su protección.

Hasta donde se supo, las víctimas no tenían problemas personales y el móvil del triple asesinato no fue robo, ya que en el despacho no había dinero u objetos de valor, aunque se consideró la posibilidad de que los delincuentes se llevaran consigo varios documentos, esta versión jamás se pudo confirmar debido a que todos los responsables del despacho fallecieron.

Tras la ejecución múltiple, los vecinos reportaron haber visto un New Yorker negro, sin placas y con cristales polarizados, recorriendo la zona a altas horas de la noche, y más adelante que un joven alto y claro descendió de un Golf verde sin placas, filmó rápidamente el frente del predio y se retiró en su vehículo.

Desde el día del homicidio, Gilberto Pech Pech, jefe de la Judicial, aseguró que no disponían de pistas confiables para esclarecer el crimen.

“Por lo pronto no podemos establecer nada”, fue lo que declaró la autoridad ese día.

El jueves 27, a tres días del homicidio, la entonces gobernadora Dulce María Sauri Riancho de Sierra declaró que el gobierno del Estado y la Procuraduría de Justicia “están poniendo el mayor de sus esfuerzos para esclarecer este crimen, el cual lamentamos no sólo por las personas que perdieron la vida en él, sino por la necesaria permanencia del clima de tranquilidad”.

El viernes 28, se anunció que supuestamente se había esclarecido el multihomicidio con base en análisis realizados por los químicos Fernando Ríos Covián y Alfredo Ortega Maldonado, quienes determinaron que Espínola Gil disparó el arma de fuego, jamás localizada, ya que él tenía huellas sangre en la mano y antebrazo derechos y sus zapatos estaban manchados de grafito o thoner, que se encontró en su despacho, además de la supuesta “admisión parcial” de los hechos, que no se hizo pública, por parte del mencionado.

El procurador Ávila Heredia alegó que éste se trató de un crimen pasional, ya que el entonces sospechoso “estaba enterado” de supuestas relaciones entre los dos abogados ejecutados. Cabe señalar que los peritos no pudieron determinar el tipo de sangre que detectaron en el acusado.

Como se indicó, se presentó como evidencia que el encargado de un despacho donde laboraba el Lic. Espínola proporcionó a las autoridades un frasco con grafito, que se encontró también en las vestimentas de Palomeque Río y supuestamente tenía en su poder el acusado el día de los hechos.

Extrañamente, el detenido no fue presentado en rueda de prensa ni fueron distribuidas fotografías de él, como es costumbre en casos de este tipo. Llamó la atención al Diario de Yucatán el hecho de que el Procurador Ávila dejó muchas preguntas sin contestar y admitió que varios puntos “no se habían aclarado debidamente”. El mismo viernes, Espínola fue enviado al Centro de Readaptación Social.

En su declaración, realizada en el Juzgado 5to ante el Lic. Andrés Vázquez Juan, Espínola negó contundentemente la acusación en su contra y aseguró haber sido presionado por la Policía Judicial para aceptar la culpa, explicando que lo tuvieron encerrado por días, en ropa interior y que hasta lo hicieron dormir desnudo en una celda.

La Procuraduría envió, extrañamente, a tres fiscales: Los licenciados Liborio Monsreal Campos, subprocurador; Mario Toraya y José Huitzil Canto, quienes interrogaron exhaustivamente al acusado, además de dos personas que filmaron y fotografiaron la diligencia.

Sobre las manchas de sangre, el acusado indicó en su declaración que pudo haberse manchado al acariciar el rostro de su esposa cuando la identificó en el área de necropsias del Cementerio Xoclán y que ignora cómo llegó el thoner a sus zapatos ya que no maneja la copiadora de la Canirac, donde laboraba.

Los familiares del entonces sospechoso expusieron varias posibles irregularidades en la investigación, como el hecho de que los judiciales no tomaron declaraciones a varias personas que vieron a Espínola Gil y a las víctimas ese día.

Los vecinos aseguraron que Espínola y Montalvo eran una pareja normal, “una fortaleza”.
La familia denunció el hecho de que se le privó ilegalmente de la libertad ya que estuvo en poder de las autoridades por más tiempo del que marca la ley, desde la noche del lunes, día del homicidio, hasta el viernes a las 2 de la tarde, cuando fue consignado.

Aseguraron que fueron engañados por el Procurador, quien inicialmente les dijo que no estaba ahí y fue hasta el martes cuando se les informó que lo tenían “en calidad de colaborador”. Prometió a la familia que lo entregarían ese día para ir al entierro de su mujer, pero dicha promesa no fue cumplida.

Vecinos del rumbo donde vivía la pareja (Vergel III) aseguraron que ésta se comportaba de forma normal y acostumbraba salir todos los días a las 7AM y regresaba a casa a las 8PM.

Aproximadamente 80 personas, amigos y familiares de Espínola protestaron más de una vez frente al Palacio de Gobierno, acusando a la autoridad de “carecer de autoridad moral” para aplicar la justicia de manera imparcial.

Los inconformes sostuvieron que el entonces detenido era inocente y deploraron que la Procuraduría “con una absoluta ligereza, asegure que el móvil del crimen fue la infidelidad y no haga investigaciones de fondo con otros sospechosos”.

“Ponemos en completa duda cada una de las pruebas que menciona la Procuraduría General de Justicia porque nos parece que los resultados están amañados, de modo que solicitamos verdadera justicia. Nos parece que se han dejado de hacer investigaciones y sólo se trata de demostrar a la sociedad yucateca que los asuntos se resuelven de forma pronta y expedita”, decía una carta que firmaron decenas de personas.

Varios meses después, Espínola fue dejado en libertad por falta de elementos y las autoridades nunca dieron con el o los autores materiales o intelectuales de esta ejecución.

Las actas

Según consta en el Libro No. 647, Acta No. 1846 de la Oficialía No. 01 (Mérida) del Registro Civil del Estado de Yucatán, Diego Armando Palomeque Río, de 54 años de edad, falleció el 24 de mayo de 1993 a las 14 horas. La causa de defunción oficial fue "lesiones craneomeningoencefácilas producidas por proyectil de arma de fuego". La defunción fue certificada por la Dra. Nicté Ha Ruiz Pérez, Médico Forense del Estado, en la Procuraduría General de Justicia del Estado.

En el mismo libro, en el acta No. 1825 está asentado que Leidy María Montalvo Rivero, de 26 años de edad, falleció a hora indeterminada. Ella fue ejecutada de la misma manera que el Lic. Palomeque, ya que el acta indica que la causa de defunción fue la misma y fue certificada por la Dra. Marianela Espejo Salazar, Médico Forense del Estado.

El acta No. 1823 indica que Judith del Rosario Benítez Pech, de 21 años, falleció el mismo día a las 9 de la noche en el Instituto Neuropsiquiátrico de Yucatán. La causa de defunción fue la misma que en el caso del Lic. Palomeque y fue certificada también por la Dra. Espejo Salazar.

Las actas fueron obtenidas en el portal FamilySearch, donde están publicadas todas las defunciones registradas en Mérida entre 1860 (cuando es instaurado el Registro Civil) y el año 2005. (JMRM)

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