Eduardo Ibarra Aguirre / 19-VI-20
A pesar de que tardíamente formo parte de las audiencias del principal instrumento de comunicación entre el presidente Andrés Manuel y el pueblo, con las mayorías, es pertinente compartir observaciones producto de la experiencia auditiva y visual, con independencia de prejuicios políticos y de cómo le va en la feria a cada quien.
Referencia aquélla que está en el centro, el corazón de muchos colegas que vieron mermadas sus condiciones de vida y de trabajo debido a la baja extraordinaria en el gasto oficial en la pauta publicitaria, la virtual desaparición de la añeja práctica del chayote y las concesiones de diverso tipo para los propietarios de los grandes medios, acaso todavía existentes al decir de otros en el caso de Televisión Azteca y Grupo Salinas. No lo sé.
El hecho es que meses después de escucha puntual de la primera hora y la segunda con todo e imagen durante el desayuno, permiten concluir que es un instrumento invaluable, sin precedente en México, de información para los asalariados de los medios, que simultáneamente cubre otras necesidades oficiales como establecer directrices al gobierno federal, como caja de resonancia de las denuncias populares por los afectados cada vez en menor medida porque los representantes de los medios alternativos aparecen como voceros oficiosos de los denunciantes. Una función respetable que combinan con preguntas con las que “amarran navajas” con los representantes de los medios convencionales y en menor medida con los propietarios que son los verdaderos autores intelectuales por medio de sus directivos de cuello blanco. A los primeros acusó el columnista Raymundo Riva Palacio de recibir miles de pesos por pregunta sin demostrarlo ni disculparse como es su costumbre y la de otros que para sólo enlistarlos no alcanza el espacio disponible.