miércoles, 19 de agosto de 2020

agosto 19, 2020
NUEVA YORK, 19 de agosto de 2020.- Si la noche del lunes la protagonista del arranque de la convención demócrata fue una ex primera dama -Michelle Obama-, la triunfadora de la segunda fue quien aspira a ese cargo. Jill Biden, la mujer de Joe Biden, ofreció un discurso fenomenal desde el instituto de Delaware en el que fue profesora durante años.

La mujer del candidato cumplió a la perfección con su papel: cimentar los valores familiares que requiere cualquier candidato a la Casa Blanca; realzar el carácter, la honestidad, la generosidad y la capacidad de su marido; y alienarse en la batalla política contra Donald Trump de forma subliminal, con la empatía con la que hablaría una amiga o una buena vecina.

«Como madre y abuela, como estadounidense, tengo el corazón roto por la magnitud de la pérdida, por el fracaso a la hora de proteger nuestras comunidades, por cada vida preciosa e irremplazable que se ha perdido», dijo en referencia a la pandemia de Covid-19, y en ataque directo a la gestión de Trump. «Como muchos de vosotros, me he quedado preguntándome: ¿Cómo puede mantener a mi familia segura?». La respuesta, como es lógico, duerme a su lado cada noche. Jill Biden retrató a su marido como un hombre acostumbrado a superar las tragedias -su primera mujer y su hija murieron en un accidente de coche, otro de sus hijos falleció por un cáncer- y mirar hacia adelante: «Su fuerza de voluntad es imparable y su fe es inamovible», dijo. Y pronosticó que, bajo su timón, un país roto por la crisis sanitaria y económica de la pandemia y por la polarización política del 'trumpismo', se recuperará.
Joe Biden, ya candidato a la Presidencia, con su esposa Jill, en la grabación para la convención. (EFE)

«Hay quien dice que nuestro país está divido sin solución, que nuestras diferencias son irreconciliables, pero eso no es lo que he visto en estos meses», dijo después de una larga campaña, parte de ella bajo la sombra de la pandemia. «Nos hemos juntado y nos hemos apoyado unos a otros. Hemos encontrado misericordia y gracia en momentos que antes no valorábamos. Estamos viendo que nuestras diferencias son valiosas y nuestras similitudes infinitas. Hemos demostrado que el corazón de este país todavía late con bondad y coraje. Ese es el alma de América por el que Joe Biden pelea ahora», dijo recuperando una de las frases más repetidas del candidato.

El emotivo discurso fue en la misma noche en la que Biden se convirtió oficialmente como nominado del partido a la presidencia de EE.UU., un trámite que quedó resuelto hace meses cuando el ex vicepresidente con Barack Obama acumuló apoyos suficientes en las primarias y el resto de candidatos tiraron la toalla.

Para Biden no era un momento cualquiera, aunque tuviera la nominación en su bolsillo. Lleva detrás de convertirse en el candidato de su partido desde hace más de tres décadas, y lo ha conseguido en la recta final de su carrera política, a los 77 años. «Gracias desde lo más profundo de mi corazón», dijo en un momento escueto, antes de citarse con los votantes, que siguen la emisión de esta convención virtual por la pequeña pantalla, en su discurso de aceptación de la nominación del jueves.

La votación de Biden fue uno de los momentos brillantes de una convención que la pandemia ha sumido en el tedio de los discursos pregrabados, vídeos de propaganda e intervenciones sin la energía del público. En convenciones normales, con los delegados del partido en el lugar de celebración, los representantes de los estados leen el número de votos que obtiene cada candidato.

Como todo en esta convención, se hizo a distancia. Para el espectador, fue un paseo televisivo por todos los rincones del país, desde las playas de California al puente de Selma (Alabama) en el que se vivieron episodios decisivos de los movimientos por los derechos civiles de la minoría negra en los años sesenta.

Entre los discursos antes y después de la votación, destacaron dos ex presidentes. Jimmy Carter, de 95 años, solo compareció con la voz. Bill Clinton, acostumbrado a dar discursos de casi una hora en las convenciones, se tuvo que conformar con cinco minutos. El que fuera la figura demócrata más popular ha visto deteriorado su peso en los últimos años, con escándalos como su relación con el multimillonario Jeffrey Epstein -acusado de una trama de abuso y tráfico de menores antes de que se suicidara en una celda de Nueva York el año pasado- y con la revisión de acusaciones de conducta impropia con mujeres en medio de la era 'MeToo'.

Clinton aprovechó el tiempo para lanzar ataques a Trump, su carácter y su gestión de la tormenta. «En un tiempo como este, el Despacho Oval debería ser un centro de mando. En su lugar, es un centro de tormentas. Solo hay caos», dijo.

La segunda noche buscó también cimentar la mano tendida de Biden a los votantes moderados, incluso los republicanos. Junto a la imagen familiar ofrecida por la aspirante a primera dama, aparecieron voces importantes del conservadurismo moderado. Entre ellas, la de Colin Powell, el que fuera secretario de Estado con el republicano George W. Bush Dijo de Biden que será un presidente «que nos una» y que no caerá «en los halagos de dictadores y déspotas». Powell ha apoyado a candidatos demócratas desde 2008 con Barack Obama, pero era la primera vez que hablaba en una convención demócrata. Justo después de él, se emitió un vídeo con la voz de Cindy McCain, la viuda del ex senador republicano John McCain, que habló de la relación cercana de su marido con Biden. McCain, héroe de guerra y candidato a presidente en 2008, fue uno de los pocos republicanos que se plantó ante Trump tras su ascenso al poder.

El contrapunto a la llamada a los votos moderados del partido lo puso Alexandria Ocasio Cortez, la estrella izquierdista del partido. Tuvo un discurso corto, de un minuto, para defender la votación a Bernie Sanders, el candidato que ella apoyó en las primarias. Aprovechó su tiempo para defender su visión particular de lo que debería ser el partido demócrata, un «movimiento masivo popular» para «reparar las heridas de la injusticia racial, la colonización, la misoginia y la homofobia» y para construir «sistemas de inmigración y de política exterior que se alejen de la violencia y de la xenofobia de nuestro pasado». Música para los oídos de Trump, cuya estrategia de campaña es alinear a Biden con la izquierda radical. (Javier Ansorena / ABC)

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