sábado, 1 de agosto de 2020

agosto 01, 2020
NUEVA YORK, 1 de agosto de 2020.- La fecha de las elecciones federales es algo más que una estipulación legal. La cita electoral en «el primer martes después del primer lunes de noviembre» es algo tan establecido en EE.UU. como que el día de Acción de Gracias es el cuarto jueves de noviembre. La sugerencia de Donald Trump de retrasar la fecha de las elecciones, prevista para el 3 de noviembre, ha propiciado una de las pocas ocasiones en las que los líderes del partido republicano han llevado la contraria al presidente. Trump, que desde su ascenso al poder ha dominado con puño de hierro al partido -promoviendo candidatos con su apoyo, marginando a quien levanta la voz-, ha visto cómo su planteamiento de retrasar la elección ha sido contestado de forma enérgica y casi con unanimidad entre los republicanos.

La determinación de la fecha de las elecciones corresponde, según la Constitución, a los órganos del Congreso. La Cámara de Representantes está bajo mayoría demócrata y su rechazo a la propuesta de Trump, que plantea el retraso electoral por la proliferación del voto por correo ante la pandemia de covid-19, está fuera de duda. Pero tampoco ha encontrado buena recepción en el Senado, dominado por los republicanos. Su líder en la cámara alta, Mitch McConnell, la rechazó en pleno. «Nunca en la historia de este país, ya sea en medio de guerras, depresiones o la Guera Civil, hemos dejado de celebrar las elecciones federales a su tiempo», dijo a WNKY, una emisora local de su estado, Kentucky. «Encontraremos la forma de hacerlo el próximo 3 de noviembre».

El senador Marco Rubio. (Getty Images)

Otros compañeros de bancada, que tendrían en su mano la defensa legislativa del retraso electoral, también se opusieron. Uno de los principales aliados de Trump en el Senado, Lindsay Graham, aseguró que la propuesta no era «una buena idea».

«Es una declaración que llamará la atención de la prensa, pero dudo de que salga adelante», dijo el también senador John Thune. «Hemos tenido elecciones en noviembre desde 1788 y espero que este año sea igual».

Otros legisladores, como Ted Cruz, preferían centrarse en la llamada de atención de Trump sobre el voto por correo, al que considera garantía de fraude y ha dicho que tendrá como consecuencia una «elección amañada«. «El fraude electoral es un problema serio, tenemos que pararlo y combatirlo. Pero no, la elección no debe retrasarse».

Otros, como Marco Rubio, defendieron con fuerza no solo la cita con las urnas, sino la validez del proceso democrático a pesar de las dificultades provocadas por la pandemia y el aumento del voto por correo. «Él puede sugerir lo que quiera», dijo el senador de Florida sobre Trump. «La ley es la que es. Vamos a tener una elección que va a ser legítima, va a tener credibilidad y va a ser igual que la hemos hecho siempre».

«No importa lo que diga un individuo», siguió en la misma línea Chuck Grassley, un peso pesado republicano en el Senado. «Somos un país basado en el imperio de la ley. Seguiremos la ley hasta que se cambie la constitución o se cambie la ley».

Matización del presidente

Después de su propuesta, Trump matizó que lo que busca es que haya una elección creíble, en la que los resultados, como siempre, se sepan en la noche electoral, «no días, meses o incluso años». En parte, será así: con muchos estados promoviendo el voto por correo para evitar la expansión del virus, es muy probable que se tarden al menos varios días en conocerse si el multimillonario consigue la reelección o si deberá entregar la Casa Blanca al demócrata Joe Biden.

La sugerencia del retraso electoral ocurre en un momento en el que su rival, Joe Biden, ha abierto brecha en las encuestas. Algunos sondeos dan una ventaja de quince puntos al candidato demócrata, mientras que el acumulado de encuestas de RealClearPolitics da una distancia de casi nueve puntos. En este contexto, ayer se conoció que la campaña de Trump ha suspendido todos sus anuncios de televisión, que se habían centrado desde junio en la violencia de las protestas raciales tras la muerte de George Floyd y en la postura antipolicial, según su campaña, de Biden.

Este mes, Trump dio una sacudida al equipo de su reelección. Degradó al entonces director, Brad Parscale, y promocionó a la máxima responsabilidad a Bill Stephen. «Con el cambio de liderazgo en la campaña, se produce una lógica revisión y afinamiento de la estrategia de campaña», aseguró un portavoz a The New York Times. «Volveremos a estar en el aire pronto». Desde enero, la campaña de Trump ha gastado 202 millones de dólares en anuncios digitales y de televisión, por 95 millones de Biden. (Javier Ansorena / ABC)

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