Eduardo Ibarra Aguirre / 1-III-19
Aquí lo establecimos el 20 de febrero y no era indispensable mucha ciencia para acertar: “La combinación de Trump de la defensa de su propio gobierno ante múltiples investigaciones por corrupción, obstrucción de la justicia y presunta colusión con un gobierno extranjero; con su campaña releccionista y la operación de cambio de régimen en Venezuela con la imposición de su encargado Juan Guaidó, quien participó en el mitin de Florida por medio de un video, así como la intensificación de la histeria del ataque a todos los que lo cuestionan es un gravísimo error de cálculo de Trump y sus asesores.”
Tampoco para pronosticar que “Fracasará en su ‘ayuda humanitaria’ del viernes 22. Tan simple como retirar el embargo a Venezuela si realmente le interesara entregar la ‘ayuda’ de la que no participan la Organización de las Naciones Unidas ni la Cruz Roja Internacional.”
Si a lo anterior se añade la firmeza y habilidad del liderazgo político e institucional –con frecuencia subestimado hasta el insulto y no ajeno a errores–, personificado en Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, a los que Washington inventa desencuentros, así como la extraordinaria unión cívico-militar, frente a ello fueron insuficientes los 40 gobiernos occidentales (casi todos con embajadas abiertas en Caracas), los 300 mil asistentes al espectáculo musical para recabar “ayuda humanitaria” y los 900 mil venezolanos que prometió Juanito (por pequeño y torpe) que entrarían al país desde Colombia, Brasil y Paraguay para distribuirla entre venezolanos.
Imposible negar las carencias en el país del Caribe, incluidas las políticas, pero si fueran del interés de la Casa Blanca –y no tanto el petróleo y el oro venezolanos y el cambio de régimen para acceder a ellos–, y los gobiernos europeos aliados y los subordinados del Grupo de Lima, con la excepción de México y ahora de Costa Rica, Guyana y Santa Lucía que no asistieron a la cumbre del lunes tras el fracaso dominical, pues tan sencillo como reunir harta ayuda humanitaria y distribuirla como lo marcan las convenciones internacionales, por medio de la ONU y la CRI. Y sobre todo levantar el embargo financiero y comercial impuesto desde Barack Obama y agudizado en extremo con los 40 mil millones de dólares retenidos por Londres y Washington.