miércoles, 21 de agosto de 2019

agosto 21, 2019
MONTERREY, Nuevo León, 21 de agosto de 2019.- El cantante Celso Piña sufrió un paro cardíaco y fue trasladado al hospital San Vicente de Monterrey, donde perdió la vida, confirmó su disquera, la Tuna Récords, a MILENIO. 

Celso Piña aprendió a tocar el acordeón al lado de un acetato de 33 revoluciones, en el que repetía sin cesar la música de Alfredo Gutiérrez. Piña, nacido en Monterrey (México), no ha salido de su país, pero podría citar casi toda geografía de las sabanas del César y del sur de Bolívar.

Su música es vallenata y cumbia que se toca según los parámetros del folclor colombiano. Lleva 20 años liderando el movimiento vallenato en su ciudad, al lado de su orquesta: La Ronda Bogotá. En las últimas semanas este mexicano comenzó a figurar en las listas de éxitos de canales de cable como HTV o MTV latino con la canción Cumbia sobre el río, en la que lo acompañan ilustres rockeros como Blanquito Man, de King Changó y raperos del grupo Control Machete.


Gracias a Piña, el vallenato, la cumbia y la palabra Colombia tienen otro significado para los mexicanos del norte. Allí, más que una nacionalidad, ser Colombia es ser militante de un folclor que se propagó gracias a las grabaciones piratas de los Corraleros de Majagual, desde hace más de medio siglo.

Folclor caribeño.

Estas grabaciones dieron vida a los sonideros , que no son otra cosa que DJ (discjockey) criollos que amenizan las fiestas populares con esa cadenciosa música extranjera . Ellos son la contravía marginal, en un país celoso de sus tradiciones, en el corazón de la música norteña y grupera, donde lo natural es escuchar rancheras, guapangos y polcas.

En esa contracorriente nació la Ronda Bogotá de Celso Piña. El primer regiomontano, nacido en el cerro de La Campana, que se cansó de bailar los mismos discos. Entonces, se puso a la tarea de hacer suyo nuestro folclor caribeño, con la intención de seguir su estilo, sin deformaciones, pegado a las tradiciones del vallenato y la cumbia.

Me di a la tarea de introducir esta músico en vivo. No había quien la tocara. Dije es un desperdicio. Me compré un acordeón y me encerraba en la casa a practicar. Escuchaba a Alfredo Gutiérrez, se puede decir que fue mi maestro virtual. Luego se unieron mis hermanos Rubén, Kike y Lalo, con quienes formé la Ronda Bogotá. Ellos son la base, los demás entran y salen .

Poco a poco la leyenda de Piña fue creciendo. Su voracidad por conocer los ritmos colombianos lo llevó a ampliar su registro. Fue así como descubrió a Andrés Landeros, los Hermanos Zuleta, Los Betos, el Binomio de Oro. Su popularidad, era grande y aparecieron los imitadores. Con ellos, el interés de las casas disqueras.

La variedad de estilos que interpretábamos fue lo que le interesó a las casas de discos. Nos pusieron a alternar con músicos de la talla de Los Diablitos. Alfredo Gutiérrez estuvo hace tres años aquí y tocamos con él .

Sentir la música.

En el país de los mariachis y la ranchera, no fue fácil para Celso Piña abrirse paso. Al comienzo no nos aceptaban, porque no es música de acá. Pero yo les decía entonces, cómo hacen con los que cantan música americana o inglesa . Hay que entender que la música es de todas partes. Lo único que hay que hacer es sentirla, el idioma es el que cambia .

La apertura musical de Piña lo llevó a investigar y por el camino se encontró con los rockeros de Café Tacuba y el venezolano King Changó. Con ellos grabó el disco Barrio bravo que se convirtió en un éxito internacional.

El fenómeno de Piña es tan importante que hasta un estudioso de la cultura popular como Carlos Monsivais aceptó que incluyeran en el disco su opinión sobre el trabajo de Piña.

Celso Piña es un conductor de tribus. Si viviese en tiempos medievales, sería calificado de acordeonista de Hamelin en memoria del rencoroso que al tocar la flauta, sedujo a los jovencitos hasta no saberse más de ellos. Es un fenómeno social, como bien dicen, y un fenómeno musical como bien se oye . (Milenio / El Tiempo)

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