domingo, 28 de julio de 2019

julio 28, 2019
MIAMI, Florida, 27 de julio de 2019.- Es la pesadilla de todo inmigrante sin estatus legal en Estados Unidos: terminar tras los barrotes de una cárcel después una parada de tráfico rutinaria en la carretera.

No importa si está casado con un ciudadano estadounidense ni si sus hijos nacieron en Estados Unidos. Y si no es el conductor del vehículo detenido por la policía, las nuevas políticas migratorias de notificación de los cuerpos locales de policía a la Patrulla Fronteriza también pueden afectarle.

Esta es la historia de Abel Aparicio, un boxeador mexicano de 29 años que recién había saboreado las mieles de la victoria en una de sus peleas más importantes, estaba disfrutando de unas vacaciones y, de pronto, se encontró en un lugar muy oscuro: un centro de detención federal.

Abel Aparicio.

Aparicio viajaba en el asiento trasero de un automóvil que un agente de la Policía del Condado Monroe detuvo en Marathon, el 16 de julio, dijo su abogado, Alex Solomiany, al Miami Herald. El agente alegó que una luz trasera estaba dañada y que el conductor estaba siguiendo muy de cerca a otro automóvil, agregó el abogado.


Aparicio no fue multado por el incidente vehicular, pero el agente la pidió una identificación y este le entregó una identificación mexicana, dijo Solomiany. Posteriormente, el policía de Monroe, condado al sur de Miami, lo denunció ante funcionarios federales de inmigración.

El agente de la policía local llamó a la Patrulla Fronteriza, que arrestó a Aparicio y lo transfirió a la custodia de la Policía de Inmigración (ICE), dijo Nestor Yglesias, un portavoz de esta entidad del Departamento de Seguridad Nacional.

Aparicio logró salir el viernes del Centro de Detención Krome después de pagar una fianza de $5,000, dijo Solomiany. La terrible experiencia de Aparicio fue dada a conocer primero por la televisora local NBC 6. El noticiero de este canal informó que el joven deportista estuvo detenido durante nueve días.

Solomiany argumentó con éxito que su cliente, casado con una ciudadana estadounidense y padre de tres hijos que también son ciudadanos, no representa un riesgo de fuga o peligro para la comunidad, y comparecería ante un juez de inmigración en Atlanta, ciudad donde vive.

Una nueva ley de inmigración que entró en vigor en Florida este mes requiere que la policía detenga a inmigrantes indocumentados en cárceles locales luego de su arresto si así lo piden las autoridades federales de inmigración.

Pero la prohibición de las “ciudades santuario”, promulgada en junio por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, no establece que hay que informar a la Patrulla Fronteriza sobre inmigrantes obedientes de las leyes.

Además, el Condado Monroe no está entre los 15 gobiernos condales del Estado del Sol que participan en el programa 287 (g) de ICE, el cual permite a agentes de policía designados realizar “funciones limitadas de aplicación de la ley de inmigración”, como identificar a las personas que viven en el país de manera irregular.

“Es por eso que es un poco fuera de lo común”, comentó Solomiany.

La Policía del Condado de Monroe no respondió por el momento a una petición de comentarios hecha el sábado por el Miami Herald.

Fue a los 13 años que Aparicio cruzó la frontera entre Estados Unidos y México. Cuando lo detuvieron en los Cayos, carecía de estatus migratorio legal. Su esposa ahora presentará una petición de visa de inmigrante para él y solicitará a un juez de inmigración la cancelación de la orden de deportación de Aparicio, detalló Solomiany.

El abogado subrayó que su cliente no tenía la obligación legal de presentar su carnet de identificación al agente.

Una página de recaudación de fondos en la Internet creada en favor de Aparicio ha recaudado más de $6,100 para costear gastos legales. La página GoFundMe, iniciada por su entrenador de boxeo y su mánager, explica que el equipo de boxeo de Aparicio llevaba varios meses planeando visitar los Cayos de Florida y, de hecho, programó el viaje después de una importante pelea que el joven inmigrante ganó contra un contrincante otrora invicto.

El grupo de 17 boxeadores, miembros de sus familias y el personal técnico, estuvo disfrutando de la playa, jugando voleibol y haciendo kayak. Después de dos días de diversión veraniega, regresaron a la casa que alquilaban. Y fue entonces que retumbó el sonido de las sirenas de las patrullas.

La página web de recaudación de fondos alega que el perfil racial fue un factor decisivo que conllevó a la parada de tráfico.

“Lo que vieron fue un automóvil lleno de chicos latinos de tez morena con las ventanas cerradas hablando y riendo con música ...”, escribió Terri Moss. “Ellos inspeccionaron la identificación de todos. Abel no tenía licencia de conducir, pero estaba en el asiento trasero”.(El Nuevo Herald)

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