Eduardo Ibarra Aguirre / I-IV-19
A mediados de semana vence el plazo que por la vía de tuits y de mítines impuso en forma autocrática el presidente de Estados Unidos, Donald John Trump, al de México Andrés Manuel López Obrador para “frenar de inmediato” toda migración indocumentada o de lo contrario cerrará la frontera sur de EU, con sus 2 millones de cruces fronterizos diarios y mil 450 millones de dólares en intercambio de mercancías al día, a lo largo de 3 mil kilómetros.
En plena campaña para lograr la reelección presidencial al frente de USA, y éste es un dato clave en cualesquiera análisis, el magnate inmobiliario como es su costumbre da manotazos en la mesa para someter a sus interlocutores, y como lo mostró recientemente Kim Jong-un, el presidente de la República Popular de Corea, y Bashar al-Assad, mandatario de Siria, no sólo es posible decirle no al inquilino principal de la Casa Blanca, sino mandarlo a su país con la manos vacías procedente de Hanói e incluso obligarlo a retirar sus tropas de asalto de Siria.