Eduardo Ibarra Aguirre / 1-XII-18
Lo que faltaba justo en la víspera del cambio presidencial, el Banco de México, en la voz de su gobernador Alejandro Díaz de León Carrillo, eleva a política oficial la tesis manufacturada por algunas de las estrellas del comentario y la (des)información del duopolio televisivo y el oligopolio de la radio, a saber:
“Los mercados financieros fueron afectados por el anuncio de la cancelación del proyecto en Texcoco del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, la incertidumbre en torno al modelo de negocios que adoptará Petróleos Mexicanos y por la posible adopción de iniciativas como la de regular comisiones o usar las reservas de divisas para gasto público”.
Le faltó al prominente señor de la “tecnocracia dorada” o cabeza del órgano “autónomo” por excelencia, depende de las dos perspectivas excluyentes desde la cual se observe, las iniciativas de ley para acotar las ilimitadas concesiones en la minería a consorcios aztecas y extranjeros, así como sobre las Afores, a presentarse por diputados no del casi gobernante Morena, sino por su aliado –el Partido del Trabajo que ya anunció actuará con “mayor responsabilidad”– y diputados en lo individual.
Resulta inimaginable que los mercados –los 50 dueños de México y los propietarios de la aldea global, el famoso 1 por ciento que se beneficia como nadie con el capitalismo salvaje, o sus ejecutivos y asesores–, den seguimiento con lupa a la saturada agenda legislativa, la que contempla la presentación de una docena de iniciativas de ley en cada sesión, mismas que generalmente terminan en la “congeladora”.