Eduardo Ibarra Aguirre / 8-X-18
La reacción del presidente electo sobre la crítica y hasta airada reacción que suscitó en los medios de comunicación, incluidas “las benditas redes sociales”, el despliegue publicitario que dio la española revista ¡Hola! a la boda de César Yáñez, el más discreto y cercano colaborador de Andrés Manuel López Obrador en los últimos 18 años, es correcta pero del todo insuficiente.
A saber: “No me casé yo, fui invitado, asistí, cada quien es responsable de sus actos… no fue una acción de gobierno, se trata de un evento social, privado”. Más aún: “Los cuestionamientos provienen de nuestros adversarios quienes buscan cualquier error… vamos a seguir actuando con integridad, con principios, con honradez y con austeridad republicana”.
Formalmente tiene razón, pero el hecho privado que hicieron público los novios –igual que como procedió Angélica Rivera con la Casa blanca de ella y Enrique Peña– en la revista del corazón y la frivolidad de los millonarios de México y de cualquier país que atraiga anunciantes y lectores, si bien es responsabilidad de Yáñez y su esposa Dulce Silva, una exitosa empresaria poblana, en aquel instante dejó de ser privada la boda y se transformó en asunto público de la primera importancia, porque
permite someter a juicio crítico eso que Obrador llama “austeridad
republicana”.