BERLÍN, 20 de febrero de 2018.- La canciller Angela Merkel ha empezado a redactar su testamento político ante el relevo que deberá producirse al frente de la Unión Cristianodemócrata (CDU) dentro de cuatro años, como muy tarde, si es que no vuelve a haber elecciones antes. Porque nadie en esa formación, incluida Merkel aunque no lo haya aún verbalizado, cree que la sucesión puede esperar más allá de esta legislatura.
Hasta el Partido Socialdemócrata (SPD), con el que la CDU y la Unión Socialcristiana bávara (CSU) se proponer volver a formar Gobierno, huele a cadáveres que no son suyos y son varios los que tiene en el armario, empezando por Martin Schulz. "El ocaso de la diosa Merkel ha comenzado", declaraba la designada presidenta del SPD, Andrea Nahles, estableciendo un paralelismo con El ocaso de los dioses de Wagner.
La canciller alemana, Angela Merkel, y la primera ministra del estado federado de Sarre, Annegret Kramp-Karrenbauer. (AP) |
Merkel ha sentado las bases de lo que podría ser su despedida asegurándose de antemano su herencia y su legado "aceptando" la candidatura a la secretaría general del partido, que queda vacante, de la primera ministra del pequeño estado federado del Sarre, Annegret Kramp-Karrenbauer. Casualmente, AKK, como se conoce en el partido a esta popular política de provincias, es íntima de Merkel, es más o menos de su quinta y ha estado en todas las quinielas de candidatos a la sucesión. Que Merkel haya optado por ella y no por una de las jóvenes promesas de la cantera, como piden las nuevas generaciones, se presta a muchas valoraciones. Y una de ellas es que la "renovación" del partido, cuando se haga, se hará "a la Merkel".