miércoles, 19 de diciembre de 2018

diciembre 19, 2018
MÉXICO, 19 de diciembre.- La madrugada del sábado 9 de diciembre unas 250 personas se divertían escuchando música de una banda sinaloense en el Carpa Bar, ubicado sobre la Calle Hidalgo de la Colonia Casa Bella, al poniente de Reynosa.


Al filo de las 4:20 de la madrugada arribó al estacionamiento del antro un auto modelo BMW con dos personas sentadas al frente y otras en la parte trasera.

El conductor, con barba de candado, tez clara y quien cubría su cabeza con una gorra, le dijo al responsable del estacionamiento que “solo iba a dar vuelta y volverse a salir”.

Minutos después se comenzaron a escuchar disparos. Ráfagas de fusiles de asalto que hacían una breve pausa para de nuevo accionar el pavoroso sonido de los disparos automáticos que interrumpieron el silencio de la noche.

Todos los empleados de Carpa Bar que cuidaban la entrada corrieron a esconderse entre los autos.

En el interior del antro, los estruendos de los disparos opacaron la música. Con las primeras ráfagas la gente en su interior se inquietó, se miraron confirmando que lo que se escuchó son armas de fuego y comenzaron a tirarse al piso, mientras afuera continuaron las ráfagas de tiros.

La gerente del bar y algunos empleados trataron de “calmar a la gente”. Minutos después dejaron de escucharse los disparos, así que los aproximadamente 250 clientes comenzaron, en estampida, a abandonar el local.

Afuera, arribaron algunas de los cientos de patrullas de las fuerzas armadas y policiales que vigilan día y noche Reynosa -a las que ya se sumó la Guardia Nacional-. Rápidamente se desplegaron para resguardar el estacionamiento y el antro.

Sobre la plancha del estacionamiento quedaron dos personas lesionadas por los disparos y una persona fallecida, quien cayó a un lado de la bodega del Carpa Bar.

Minutos después unos 22 efectivos soldados de la Octava Zona Militar ya cuidaban el perímetro del bar mientras arribó una ambulancia para trasladar a un hospital a las dos personas heridas por las armas de fuego.

Los detalles sobre lo ocurrido en el antro la madrugada de sábado fueron contados por testigos a oficiales militares y con ellas se redactó el “Parte Oficial”, del cual Proceso tiene copia.

Los siguientes hechos que se narran también son partes oficiales, testimonios rendidos por capos en diversos juicios celebrados en cortes de Texas y de fuentes militares que hablaron a Proceso con la condición del anonimato.

Coahuila

Al filo de 6:40 horas del pasado 13 de diciembre una patrulla de la Secretaría de Marina (Semar) se desplazaba por la estrecha carretera conocida como La Ribereña, a la altura del municipio Hidalgo, en la cercanía de una empresa conocida como “Arenas Sílicas”, ubicada en los límites de Nuevo León y Coahuila.

Según el reporte oficial, al transitar por esta estrecha carretera los marinos “fueron sorprendidos por civiles armados, quienes los atacaron desde varios vehículos con “armas de grueso calibre”.

Pistoleros de la “delincuencia organizada” les dispararon con fusiles de asalto que provocaron la muerte de un efectivo de la armada.

Ante la agresión, las fuerzas militares repelieron el ataque y durante el intercambio de fuego quedaron abatidos dos de los presuntos agresores.

La peligrosa carretera Ribereña, que corre paralela al Río Bravo y que conecta Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, constantemente es utilizada por los antiguos Zetas (ahora Cartel del Noreste) para desplazarse entre Piedras Negras y Nuevo Laredo, dos ciudades bajo su control.

La carretera y sus caminos vecinales fueron la ruta que cotidianamente utilizó el líder Zeta Miguel Ángel Treviño Morales Z 40, para moverse entre ambas ciudades fronterizas.

Incluso su captura ocurrió cuando se desplazaba en una camioneta con un escolta por una brecha cerca del municipio de Anáhuac, Nuevo León, el 14 de julio del 2017.

Nuevo León

Más recientemente, la tarde-noche del 15 de diciembre,  un par de soldados del ejército mexicano disfrutaron su día franco en su domicilio ubicado sobre la calle Río Guadalquivir de la colonia Valle Norte, en el municipio de Salinas Victoria, ubicado a unos 37 kilómetros al norte de Monterrey.

Ambos militares descansaban en la vivienda cuando un grupo de hombres armados irrumpieron para acribillarlos con fusiles de asalto, matando a uno y dejando herido a otro.

El soldado herido fue trasladado al hospital de la Séptima Zona Militar, ubicado a pocos kilómetros de donde ocurrió el atentado.

La escalada de violencia que registra la zona metropolitana de Monterrey en el último mes finalmente alcanzó a los efectivos de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Los atentados perpetrados por los sicarios del crimen organizado realizados los días previos habían centrado sus ataques exclusivamente contra policías de diversas corporaciones estatales y municipales.

No obstante, la escalada de violencia se recrudeció en todo el noreste. Los recientes hechos violentos han incluido asesinatos de jueces, ministerios públicos, marinos, policías, soldados, así como ejecuciones múltiples y el abandono de decenas de cuerpos descuartizados.

También regresaron los “narcobloqueos”, como el registrado en una carretera en Nuevo Laredo que afectó el comercio internacional entre Estados Unidos y México.

Existen enfrentamientos que han sido menos documentados debido a que ocurrieron en pequeños poblados rurales de la Frontera Chica, como Miguel Alemán, Camargo y Ciudad Mier.

En la zona metropolitana de Monterrey los ataques a bares no paran y las ejecuciones suman varias al día. En cada una el cadáver, a veces mutilado, aparece con un mensaje contra las autoridades o contra el grupo rival.

Eso mismo ocurre diariamente en Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo y Ciudad Victoria.

A pesar de la llegada de la Guardia Nacional, la violencia se está acercando a los niveles registrados durante los años 2010-2012, cuando el Cartel del Golfo, el de Sinaloa y la Familia Michoacana se unieron para librar una cruenta guerra contra los exmilitares Zetas, la cual incendió a todo el Noroeste y a estados como Zacatecas, Durango, Veracruz, etc.

La guerra olvidada del 2004

La caída de Osiel Cárdenas, jefe del Cartel del Golfo (CDG) rompió la delgada tregua que mantenía el Cartel de Sinaloa.

El Cartel de Sinaloa, en esa época encabezado por El Chapo, los Beltrán Leyva y la Barbie, mantenían un especial interés por Nuevo Laredo.

Los capos de Sinaloa pensaron que la captura de Cárdenas Guillén debilitaría el CDG. Decidieron arrebatarle la plaza a los Zetas con cerca de 500 improvisados pistoleros que serían encabezados por Valdez Villarreal, para sacar a los exmilitares de Nuevo Laredo que servían como brazo armado del CDG.

Para combatir a Los Zetas, La Barbie y los hombres de El Chapo compraron a un buen número de policías municipales, agentes ministeriales y federales. También utilizaron a varias pandillas locales para juntar un “pequeño ejército”.

Mientras que los Zetas ya contaban en su nómina a un buen número de efectivos de la Policía Municipal, quienes recibían sobornos de aproximadamente 300 dólares quincenales, los cuales eran pagados por el comandante de la corporación, Arturo Pedroza Aguirre.

Además, pagaron “sueldos” a excompañeros militares que aún estaban en servicio en el Ejército Mexicano. Éstos últimos les ayudaron a ubicar y a combatir a los pistoleros del Cártel de Sinaloa.

Durante todo el año 2004 los bandos utilizaron la frecuencia de la corporación municipal para amenazarse.

Los Zetas innovaron la figura de “halcón” para vigilar la ciudad.  Copiaron del ejército el sistema de “Estacas” e utilizaron decenas de casas de seguridad como cárceles para torturar y ejecutar a los “chapitos” que capturaban.

Para finales del 2004 los comandantes Mamito, Mateo, Mellado, Talibán, etc., eliminaban por decenas a los improvisados pistoleros de Sinaloa. En los pocos cadáveres que no se levantaban o incineraban dejaban continuas advertencias en cartulinas: “Este mensaje es para ti Chapo Guzmán y para ti Arturo Beltrán Leyva”….  “Sigan mandando más pendejos de éstos pa matártelos, jotos Barby y Lucio El Sol”.

Las constantes y nutridas balaceras no aparecían en los medios nacionales. En ese año ocurrieron más de dos mil muertos y unos mil desaparecidos.

Durante este inicio de la inédita violencia que meses más tarde se extendería primero a Monterrey, Los Zetas utilizaron los métodos del cuerpo de élite del ejército guatemalteco, Los Kaibiles, para aterrorizar al enemigo. En Nuevo Laredo fue donde por primera vez aparecieron los cuerpos descuartizados, incinerados o colgados.

Los Zetas también innovaron en esta narcoguerra con el uso de armamento pesado y granadas para asesinar a los rivales. Las bazucas, los lanzagranadas, los Barret calibre 50 mm. así como los vehículos blindados artesanalmente fueron introducidos por éste grupo, para paramilitarizar a los antiguos cárteles del narcotráfico.

Este conflicto convertiría a esta ciudad fronteriza en el “laboratorio” donde se engendró la ácida violencia que cambiaría la imagen internacional de la República Mexicana, y rápidamente se extendió a la orgullosa metrópoli de Monterrey, la más industrializada y grande del Norte del país.

Casino Royale

Los Zetas arribaron a la zona metropolitana de Monterrey a principios del 2007 como avanzada del CDG para tomar la plaza. Establecieron su centro de operaciones en el municipio de Guadalupe.

Reclutaron al Secretario de Seguridad y a los principales mandos de la corporación municipal, según declaraciones ministeriales de policías que colaboraron con ellos. Pronto se extendieron a los nueve municipios conurbados que integran la zona metropolitana donde radican 4.5 millones de habitantes.

Para marzo del 2010, Los Zetas deciden romper con el CDG y comienzan en el noreste  y sus monumentales ejércitos combaten en batallas, cuyo únicos antecedentes ocurrieron  en la Revolución Mexicana.

La narcoguerra entre CDG, Sinaloa, Familia Michoacana contra Los Zetas dejó como saldo más de seis mil muertos y unos 10 mil desaparecidos en la región noreste, en un periodo menor a cuatro años.

También ocurrieron las peores masacres en la historia de México:

72 migrantes asesinados en San Fernando, Tamaulipas.
52 muertos en una riña en Penal del Topo Chico.
49 torsos abandonados, presuntamente de migrantes, en una carretera de Cadereyta.
44 asesinados en la prisión de Apodaca.
52 personas muertas, la mayoría mujeres, en el atentado al Casino Royale.
Más de 300 desaparecidos y asesinados en Allende, Piedras Negras y el Norte de Coahuila
500 cuerpos incinerados en la narco cocina ubicada en el municipio de Gómez Farías, Tamaulipas, según confesión del jefe de plaza Zeta.
La mayoría de las masacres de Monterrey ocurrieron cuando se reforzó la ciudad con miles de efectivos del Ejército Mexicano, la Marina y la Policía Federal.

Estrategia militar fallida

Cuando se perpetró el atentado del Casino Royale, a las tres de la tarde del 25 de agosto del 2011, la ciudad de Monterrey era vigilada por más de 7 mil efectivos de las fuerzas federales.

Horas antes, los cuatro comandantes Zetas se reunieron en un reconocido restaurante para comer cabrito y ahí planearon el atentado. Desde ese local salieron tres vehículos, dos autos y una camioneta que pasó a una gasolinera a comprar 200 litros de combustible que cargaron en bridones para incendiar el local.

Unos 12 pistoleros arribaron pasadas las 15:00 horas e intentaron sacar a la gente para luego rociar con gasolina el Casino que se negaba a pagar una extorsión de 1.5 millones de dólares mensuales para dejarlo a operar.

Debido a lo anterior, las organizaciones integradas por las miles de víctimas de la violencia rechazan las medidas militares anunciadas por el nuevo gobierno de la Cuarta Transformación.

Las víctimas del noreste afiliadas a Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila y en México (FUUNDEC-FUNDEM) ahora le reclaman al presidente Andrés Manuel López Obrador porque se había “comprometido a que habrá verdad y que ningún caso quedará en la impunidad”.

“Ahora le decimos que la omisión (sobre desaparecidos) hecha en su discurso en el Zócalo, el primero de diciembre, de los más de 37 mil desaparecidos, nos duele y despierta la desesperanza”, reclamaron al presidente en un comunicado.

“Hemos trabajado intensamente en la búsqueda; en la propuesta de leyes; de métodos de trabajo para encontrarlos (as) y acercar la verdad y la justicia. Hoy le decimos a todos que nuestra paciencia se agota”.

FUUNDEC y otras organizaciones como Grupo Vida o Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (Cadhac) le recordaron al presidente que la presencia del Ejército en las calles ayudó a incrementar la violencia en el Noreste. (JUan Alberto Cedillo / Proceso)

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