sábado, 21 de julio de 2018

julio 21, 2018
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de julio de 2018.- Cat Stevens ha vuelto. Con su último álbum, "The Laughing Apple" (2017), regresó a su trabajo anterior, aunque de forma inocente, con pinceladas gruesas y colores primarios. Hoy 21 este icono hippy y buscador incansable de la paz cumple 70 años.

Creció como Steven Georgiou en el apartamento que estaba encima del restaurante de sus padres, un greco-chipriota y una sueca, en el barrio londinense de West End: "Tuve una educación estrictamente religiosa. Iba a menudo a la iglesia".

Los Beatles lo inspiraron en la adolescencia a aprender a tocar la guitarra y escribir su primera canción, "Mighty peace". Más tarde contó al "Telegraph": "Esta canción representa todo mi repertorio. Es todo lo que he escrito, todos mis objetivos en la vida están ahí. Y tus objetivos en realidad no cambian. Al igual que tu alma".

Cat Stevens.

Ya como "Cat Stevens", la canción "Matthew and son", de su álbum debut homónimo, lo convirtió en 1967 en un ídolo del pop entre los adolescentes. A continuación, su versión del tema "The first cut is the deepest" fue un éxito mundial.

Pero sufrió una grave infección de tuberculosis que lo dejó apartado un año de los escenarios, un tiempo en el que descubrió su vena espiritual.

El pop dio paso al folk, estilo con el que adquirió fama mundial en los años 70 como un cantautor sentimental, alegre y algo despistado, entre otras cosas gracias a la banda sonora de la comedia de culto "Harold and Maude". En su búsqueda del sentido de la vida compuso exitosos álbumes como "Tea for the Tillerman" y canciones como "Peace train" y "Moonshadow".

Sin embargo, pese a estar en lo más alto, decidió darle la espalda a la música y a sus "pecados y codicia" y permaneció 25 años fuera del negocio. La causa de tal decisión fue una experiencia cercana a la muerte: casi se ahogó en el Pacífico frente a Malibú.

"El momento en el que la vida desaparecía", recordó en una charla TED. "Perdí el control, no tenía ningún poder. Y en ese momento volví a encontrar a dios".

Seis meses después su hermano le dio un Corán para que se lo leyera y en 1977 se convirtió al islam y pasó a llamarse Yusuf Islam. El que había sido un cantante con discos platino donó a organizaciones caritativas musulmanas los derechos de autor de todas las canciones que ya no se correspondían con su nueva fe, cerca del 40 por ciento de su obra.

Y confesó al "Telegraph" que aún hay canciones que ya no tocaría hoy en día: "'Bring another bottle baby' sería posiblemente una de ellas", señaló. Tampoco cantaría el éxito "Lady D’Arbanville", sobre su ex novia, "por respeto" a su mujer.

Durante unos años abandonó por completo la música y se dedicó sobre todo a la educación musulmana y las creencias islámicas. Ahuyentó a muchos de sus fans con su barba, su ropa tradicional, su falta de humor y con polémicas declaraciones sobre la "fatwa" contra el autor Salman Rushdie.

Después comenzó a escribir música religiosa y educativa para niños, pero estuvo 20 años sin tocar la guitarra. Sin embargo, cuando su hijo metió en casa un instrumento en secreto, todo cambió: "Una mañana hace un par de años estaba por ahí su guitarra y para mí fue difícil ignorarla", contó a la revista de música "NME". "La tomé, comprobé que aún me acordaba de los acordes y comencé a cantar algunas palabras de las que escribí. Fue como si hubiera abierto una esclusa".

Así comenzó su vuelta al mundo materialista de la música. En 2003 grabó una nueva versión de "Peace train" y en 2006 lanzó su disco "An other cup", el primero de una serie de cuatro. El último salió a la venta en 2017, "The laughing apple", y por primera vez desde 1978, aparecía en la carátula el nombre Cat Stevens junto a Yusuf. "El mundo ha cambiado, así que yo he cambiado", dijo al "Telegraph". "Pero mi centro siempre fue el mismo, la búsqueda de la paz". (DPA)

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