lunes, 21 de mayo de 2018

mayo 21, 2018
WASHINGTON, 21 de mayo de 2018.- La presión no ha hecho más que empezar. La ruptura del pacto nuclear con Irán es el primer paso de un largo y doloroso recorrido que tiene como fin atar de pies y manos al régimen de los ayatolás. En esta estrategia, Estados Unidos anunció hoy que ejercerá una “presión financiera sin precedentes en la historia”. El objetivo, lejos de renegociar el acuerdo de 2015, será cerrar uno nuevo que incluya el abandono definitivo de cualquier ambición nuclear, el desmantelamiento del programa balístico y el fin del expansionismo iraní en Oriente Próximo. “El aguijón de las sanciones se volverá aún más doloroso si Irán no cambia su curso”, afirmó el secretario de Estado, Mike Pompeo.

El secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo.

El jefe de la diplomacia estadounidenses no dio respiro a Irán. En su alocución en el conservador think tank The Heritage Foundation, dejó claro que para Washington la retirada del pacto nuclear marca el inicio de una nueva ofensiva contra Teherán. No sólo habrá sanciones, sino que amenazó con “aplastar” a sus organizaciones satélites, como Hezbolá, allá donde se encuentren. “Ya no van a tener carta blanca en la región”, afirmó.

El discurso era esperado. Se trataba de la primera conferencia pública de Pompeo desde que abandonó la dirección de la CIA y asumió la Secretaría de Estado. Su objetivo era presentar las líneas maestras de la nueva política frente a Irán. Y no defraudó. Pompeo ejerció de líder del ala radical de la Casa Blanca y arrancó justificando la polémica salida del acuerdo firmado en Viena en 2015 por siete países, entre ellos Francia, Reino Unido, China y Rusia. Aquí apenas hubo novedades. Irán, a su juicio, ha incumplido la meta básica del pacto: reducir la inestabilidad en Oriente Próximo. Por el contrario, ha desarrollado un peligroso programa balístico, ha mentido sobre sus ambiciones nucleares y no ha dejado de intervenir en la zona. “Abandonamos el acuerdo por una razón muy simple: fracasó a la hora de garantizar la seguridad del pueblo americano”, zanjó Pompeo.

Roto el pacto, el secretario de Estado vaticinó un futuro oscuro para Teherán si no se pliega a los designios de Estados Unidos. Para conseguirlo, el secretario de Estado no dudó en disparar al punto débil de su rival: la economía. Tras casi 40 años de régimen, Irán está exhausto. Ni siquiera el alivio que representó el pacto y la consiguiente retirada de sanciones ha reducido la tensión interna. Las protestas continúan y en el terreno económico el margen de maniobra del Gobierno es limitado. El 95% de su presupuesto lo absorben los gastos corrientes y la fuga de capital es constante. Con el 70% de la población nacida después de la revolución, el futuro dificilmente pasa por mantener un sistema desfalleciente.

Bajo este horizonte, una nueva tanda de sanciones amenaza con provocar un colapso del régimen. Es la repetición del método que ya se ensayó antes del pacto de 2015, pero esta vez multiplicado por la ambición imperial de Trump. “Irán se verá obligado a tomar una decisión: pelear por mantener su economía a flote o seguir desperdiciando sus preciosas riquezas en peleas en el extranjero. Pero no tendrá recursos para hacer ambas cosas”, dijo Pompeo.

La única forma de levantar cerco es, según Pompeo, cerrar un acuerdo mucho más restrictivo que el anterior. En la lista de exigencias de EEUU figuran 12 condiciones. El sueño dorado de los halcones de Washington. “Son tantas como actividades malignas desarrolla el régimen”, puntualizó el secretario de Estado.

En el apartado interior, EEUU exige que se ponga fin a cualquier ambición balística o nuclear. Este requisito incluye abandonar el enriquecimiento de uranio y la apertura completa a inspecciones. En el terreno exterior, Washington pretende que Irán cese las amenazas a Israel y Arabia Saudí, libere a los ciudadanos estadounidenses presos, retire sus fuerzas de Siria, no intervenga en Irak, deje de apoyar a Hezbolá en Líbano y a las milicias proiraníes en Yemen.

“Las sanciones pararán cuando veamos un cambio tangible y sostenido en la política de Teherán. Podemos reconocer que tienen derecho a defender a su pueblo; pero no a amenazar al mundo. “Vamos a trabajar con los aliados para hallar una solución duradera a las actividades malignas de Irán”, afirmó Pompeo. (J.M. Ahrens / El País)

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