domingo, 1 de abril de 2018

abril 01, 2018
CIUDAD DEL VATICANO, 1 de abril de 2018.- Hay que detener «inmediatamente» el «exterminio que se está llevando a cabo en Siria». Lo pidió el Papa Francisco en el mensaje pascual “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo). El Pontífice, que se asomó a medio día desde la logia central de la Basílica de San Pedro, recordó el evento de la Pascua: «Y esto es lo que ha sucedido: Jesús, el grano de trigo sembrado por Dios en los surcos de la tierra, murió víctima del pecado del mundo, permaneció dos días en el sepulcro; pero en su muerte estaba presente toda la potencia del amor de Dios, que se liberó y se manifestó el tercer día, y que hoy celebramos». 

El Papa saluda a los fieles después de leer el Mensaje de Pascua. (Foto: Vatican Media)

«Nosotros, los cristianos –añadió–, creemos y sabemos que la resurrección de Cristo es la verdadera esperanza del mundo, aquella que no defrauda. Es la fuerza del grano de trigo, del amor que se humilla y se da hasta el final, y que renueva realmente el mundo. También hoy esta fuerza produce fruto en los surcos de nuestra historia, marcada por tantas injusticias y violencias. Trae frutos de esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta trabajo, a los prófugos y refugiados (tantas veces rechazados por la cultura actual del descarte), a las víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y de las distintas formas de esclavitud de nuestro tiempo».

El Papa pidió paz para todo el mundo, empezando por Siria, «cuya población está extenuada por una guerra que no tiene fin. Que la luz de Cristo resucitado ilumine en esta Pascua las conciencias de todos los responsables políticos y militares, para que se ponga fin inmediatamente al exterminio que se está llevando a cabo, se respete el derecho humanitario y se proceda a facilitar el acceso a las ayudas que estos hermanos y hermanas nuestros necesitan urgentemente, asegurando al mismo tiempo las condiciones adecuadas para el regreso de los desplazados».

Francisco también pidió frutos de reconciliación para la Tierra Santa, «que en estos días también está siendo golpeada por conflictos abiertos que no respetan a los indefensos», dijo refiriéndose a los manifestantes palestinos que fallecieron en Gaza, «para Yemen y para todo el Oriente Próximo, para que el diálogo y el respeto mutuo prevalezcan sobre las divisiones y la violencia». El Papa expresó su deseo de que los cristianos, que «sufren frecuentemente abusos y persecuciones», sean «testigos luminosos» de «la victoria del bien sobre el mal».

Bergoglio suplicó también «frutos de esperanza» para las regiones africanas «que sufren por el hambre, por conflictos endémicos y el terrorismo. Que la paz del Resucitado sane las heridas en Sudán del Sur y en la atormentada República Democrática del Congo: abra los corazones al diálogo y a la comprensión mutua. No olvidemos a las víctimas de ese conflicto, especialmente a los niños. Que nunca falte la solidaridad para las numerosas personas obligadas a abandonar sus tierras y privadas del mínimo necesario para vivir».

E imploró «frutos de diálogo» para la península coreana, esperando que las negociaciones en curso «promuevan la armonía y la pacificación de la región», y pidió que los responsables actúen «con sabiduría y discernimiento para promover el bien del pueblo coreano y construir relaciones de confianza en el seno de la comunidad internacional». 

Francisco también pidió frutos de paz para Ucrania, para que haya «pasos en favor de la concordia y se faciliten las iniciativas humanitarias que necesita la población».  

También suplicó frutos de consuelo «para el pueblo venezolano», para que pueda encontrar «la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitaria que lo oprime, y no falten la acogida y asistencia a cuantos entre sus hijos están obligados a abandonar su patria».

El Papa Bergoglio también dedicó un pensamiento a los niños que, «a causa de las guerras y el hambre, crecen sin esperanza, carentes de educación y de asistencia sanitaria; y también para los ancianos desechados por la cultura egoísta, que descarta a quien no es “productivo”». Para concluir, Francisco invocó «frutos de sabiduría para los que en todo el mundo tienen responsabilidades políticas, para que respeten siempre la dignidad humana, se esfuercen con dedicación al servicio del bien común y garanticen el desarrollo y la seguridad a los propios ciudadanos».

Después de la bendición, el Pontífice argentino, deseó consuelo a las familias, «especialmente para los ancianos, que son la preciosa memoria de la sociedad, y a los jóvenes, que representan el futuro de la Iglesia y de la humanidad». (Andrea Tornielli / Vatican Insider)

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