viernes, 2 de febrero de 2018

febrero 02, 2018
WASHINGTON, 2 de febrero de 2018.- Estados Unidos quiere reforzarse como potencia atómica. El Pentágono presentó este viernes una revisión de su política de defensa nuclear (Nuclear Posture Review) y destacó la necesidad de “recapitalizar” su capacidad, mediante la modernización de algunos elementos y la incorporación de nuevos tipos de armas, entre otros, pero aseguró que no pretende aumentar el arsenal ni incumplir tratados. El nuevo plan, supervisado por Donald Trump, llega en plena escalada de tensión con Corea del Norte, pero apunta especialmente a Rusia. Supone el fin de la estrategia de Barack Obama de reducir este brazo armamentístico.

"Esta es una respuesta a la expansión de la capacidad rusa y a la naturaleza de su estrategia y doctrina", afirma el secretario de Defensa, Jim Mattis, en el prefacio del documento. "Esto, sumado a la toma de Crimea por parte de Rusia y las amenazas nucleares contra nuestros aliados, marcan el regreso decidido de Moscú a la competencia de las grandes potencias", añade.

El subsecretario de Defensa, Patrick Shanahan, aseguró durante la presentación del informe en el Pentágono que las medidas no implican ningún incremento del arsenal ni el incumplimiento de los tratados de no proliferación. Sí marcan, sin embargo, un cambio de estrategia respecto de la última hoja de ruta presentada en 2010 por la Administración de Obama, que defendía la reducción.

El reloj del Holocausto atómico está apenas a dos minutos de la medianoche. (Reuters)

Esta revisión de la política nuclear sigue la filosofía de la nueva estrategia de seguridad planteada por el Gobierno de Trump, que prioriza los peligros de la rivalidad entre superpotencias, frente al azote del terrorismo. El discurso evoca el lenguaje de la Guerra Fría y apunta a varios países: Rusia, China y Corea del Norte, además de Irán.

El Pentágono plantea la incorporación de un nuevo tipo de armas que pensado esencialmente para responder a Rusia. En concreto, habla de la necesidad de incorporar un nuevo tipo de cabezas de misil que son de “menor tamaño” y se les conoce habitualmente como “misiles de bajo rendimiento” (low-yield nukes). Washington sostiene que estos no se encuentran bajo el control de los actuales tratados y Moscú los posee, lo que significa una prerrogativa para los rusos.

Según el Pentágono, el Kremlin siente que juega con ventaja al poseer este armamento variado y de menor tamaño porque le ofrece la posibilidad de lanzar un ataque limitado en primer lugar. En otras palabras, que como EE UU carece de armas menores, tiene menos capacidad de maniobra para ataques iniciales y su arsenal resulta menos disuasorio. "Estos suplementos reforzarán la disuasión porque negarán a los adversarios potenciales cualquier confianza errónea de que el armamento nuclear limitado puede suponer una ventaja respecto a Estados Unidos”, señala el texto.

“Para cualquier presidente el uso de armas nucleares se contempla solo en las circunstancias más extremas para proteger nuestros intereses vitales o los de nuestros aliados”, recalca Mattis, si bien, añade, “para seguir siendo efectivos, debemos recapitalizar nuestras fuerzas capacidades nucleares de la Guerra Fría”. El plan, que requiere una importante inversión, se presenta la misma semana que Mattis ha pedido a los legisladores republicanos que saquen adelante un mayor presupuesto para el Ejército.

El número de armas nucleares en el mundo ha bajado de forma significativa desde la Guerra Fría. Según la Federación de Científicos Americanos, a finales de 2017 había unas 14.550 armas de este tipo, la mayoría en manos de Rusia y EE UU. En cifras absolutas, los estadounidenses aseguran haber reducido en un 85% su arsenal respecto al máximo de la Guerra Fría, pero el existente se ha modernizado y refinado.

Pese a las menciones a Rusia en el plan, lo que disparado la tensión en los últimos meses han sido los últimos ensayos de Pyongyang y la escalada verbal entre líder norcoreano, Kim Yong-un, y Trump. “Todo Estados Unidos está al alcance de nuestras armas atómicas y hay un botón nuclear siempre en mi escritorio. Esta es la realidad, no una amenaza", dijo el norcoreano en un discurso a primeros de enero. “Kim Jong-un ha dicho que el botón nuclear está en su escritorio todo el tiempo. ¿Podría alguien de su hambriento y mermado régimen decirle que yo también tengo un botón, pero que el mío es mucho más grande y más poderoso que el suyo, y que funciona?”, replicó en Twitter el estadounidense. (Amanda Mars / El País)

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