miércoles, 28 de febrero de 2018

febrero 28, 2018
Pedro Echeverría V.

1. El levantamiento del EZLN, del ejército indígena zapatista, nos resucitó aquel 1 de enero de 1994: una guerrilla había tomado San Cristóbal de la Casas, así como unos cuatro grandes poblados del estado de Chiapas. En agosto, septiembre, de 1993 la izquierda en México estuvimos “noqueados”, “jodidos”,  por el muy habilidoso gobierno de Carlos Salinas que –a pesar de la enorme miseria del pueblo-  aparecía en ceremonias televisadas cantando el himno nacional, pronunciando discursos, festejando, porque “había arreglado la deuda económica” con EEUU, porque México “se convertiría en país del primer mundo”, porque firmaría el TLC y porque estaba en vías de lanzar a Colosio como su candidato presidencial.

2. Ese levantamiento del EZLN fue maravilloso unido a los primeros 12 días en el campo chiapaneco, así como en la ciudad de México. Luego la enorme habilidad negociadora de Salinas, Camacho y demás grandes burgueses, así como otras miles de amenazas, fueron apagando la situación que duró hasta diciembre con la huelga de hambre del obispo Samuel Ruiz en el Ángel de la Independencia y que muchos imitamos en los estados de la República. Aquella ejemplar batalla se fue debilitando hasta que surgió la muy buena idea de la gran caravana Chiapas-CDMX que levantó nuevamente aquella causa que junto con Los Caracoles darían buen significado y mucho impulso. Luego vendría la campaña electoral de Marcos y la de Marichuy.

3. Con perdón a mis amigos mi pregunta ha sido siempre: ¿Por qué los zapatistas refuerzan la idea del camino electoral cuando el levantamiento nació con otros objetivos o por lo menos había caminado hacia el movimiento de masas contra la explotación, la miseria y la opresión del gobierno y la burguesía? He visto y escuchado a muchos pensadores de izquierda impulsando firmas para Marichuy. Desde el inicio pregunté en otro artículo: ¿Si Marichuy sabe que no lucha por votos, que no puede ganar, no quiere dinero de subsidio electoral, no lucha por cargos, para qué pide firmas y hace campaña electoral? ¿Por qué no hace política en serio conquistando y organizando fuerzas de apoyo al zapatismo para fortalecer y lanzar de nuevo el movimiento indígena?

4. Quizá la consigna debió ser: “Organizarnos, unirnos con todos los luchadores sociales, para reanudar la batalla contra el mal gobierno capitalista de México que nos explota, oprime y engaña con elecciones fraudulentas.” A pesar de lo mucho que se avanzó en el reconocimiento de los pisoteados y olvidados indígenas, debe reconocerse que como sector  -sin la búsqueda de la unidad- su fuerza numérica y productiva es pequeña en las sociedades capitalistas. Si nos planteamos lo electoral está bien para los electoreros, pero si nos planteamos destruir el capitalismo, “hacer posible lo imposible”, nuestro proyecto tiene que ser mundial y nuestras acciones deben organizarse y encaminarse por ese camino, que no es electoral.

5. Yo respeto a los electoreros y sus seguidores, pero no tengo ninguna ilusión de avances importantes por ese camino. En Rusia, China, Cuba, Nicaragua se hicieron revoluciones, no elecciones, para que la izquierda se adueñara del gobierno e hiciera algunas reformas; en Chile, Venezuela, Ecuador, Bolivia se realizaron elecciones para que la izquierda o centro/izquierda comenzara a gestionar el poder. Sin embargo, con la abierta intervención del imperio de los EEUU, esos ocho países y más, nunca pudieron desaparecer el capitalismo a pesar de sus buenas voluntades. ¿Cuántos años o décadas más tendremos que luchar –mediante un continuo movimiento de masas- para derrotar al imperio?

6. Hay que pensar –no como “intelectuales” sino como activistas- con gran profundidad en nuevos proyectos de organización, educación y movilización de las masas. Me parece que es el único camino que puede dar resultados en beneficio de los trabajadores. Sigo pensando en la organización de miles en las escuelas para la formación de cuadros políticos que ayuden a los movimientos de masas en las calles de las ciudades, los campos, las fábricas; en activistas formados que ayuden a superar a las escuelas burguesas instaladas por el Estado para someter a los trabajadores. A veces pienso que no está mal el irlandés John Holloway al escribir que es posible hacer la revolución sin tomar el poder, pues éste radicará en el movimiento de masas. (28/II/18)

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