viernes, 23 de febrero de 2018

febrero 23, 2018
JERUSALÉN, 23 de febrero de 2018.- Mientras en Nueva York se discutía palabra por palabra el contenido del texto de la resolución para el alto el fuego, las bombas cayeron por sexto día consecutivo sobre Guta Oriental. Y si algo saben los sirios muy bien después de siete años de guerra es que este tipo de acuerdos que se firman a miles de kilómetros no tienen por qué tener demasiado peso sobre el terreno, como ya ha pasado con anteriores anuncios de treguas temporales que finalmente quedaron sólo en palabras. Los últimos focos con presencia opositora en el cinturón rural del Damasco sufrieron una jornada más de bombardeos de aviación y artillería y, según fuentes opositoras, ya son casi 500 los muertos y más de 2.000 los heridos tras el sexto día de operación militar.

Un habitante llora sobre el cadáver de su hijo. Ghouta Oriental es la última zona que queda bajo control de grupos armados opositores a las afueras de Damasco y cerca de 400.000 civiles, según la ONU, están atrapados entre dos fuegos. (AFP)

El Gobierno sirio y sus fuerzas aliadas aplican la misma estrategia que emplearon en Alepo hace poco más de un año y bombardean de forma intensa para presionar a los grupos armados allí presentes, entre ellos el brazo sirio de Al Qaida, y obligarles de esta forma a abandonar la zona y aceptar su traslado a la provincia de Idlib. En medio de esta lucha cerca de 400.000 civiles sobreviven en una situación que se ha convertido en «un infierno», tal como la definió el secretario general de la ONU, António Guterres.

Presión internacional a Rusia

Antes de la votación en el Consejo de Seguridad, desde la Unión Europea se hizo un llamamiento a «un alto el fuego inmediato, la protección del pueblo sirio respetando el Derecho Internacional Humanitario y acceso humanitario urgente».

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, escribieron al presidente ruso, Vladímir Putin, para pedirle que respaldara la tregua en Siria, y hasta Turquía tuvo tiempo de dejar por un instante de lado el cantón kurdo de Afrín para pedir a iraníes y rusos, como aliados del Gobierno sirio, que le presionaran para detener «unos bombardeos que no se pueden aceptar. Matar a niños y mujeres en Guta Oriental es una actitud típica del régimen», declaró el ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu.

Frente a la presión internacional, Moscú se mantuvo fiel a su aliado sirio y defendió la actual operación en Guta como una fase más de la «guerra contra el terror» que libra el régimen de Bashar Al Assad. «¿Dónde están las garantías de que los grupos armados respetarán esta tregua humanitaria y dónde están las garantías de que no seguirán bombardeando los barrios residenciales de Damasco? Esas garantías no nos las dan», señaló en Moscú el responsable de Exteriores, Serguéi Lavrov, quien defendió «una fórmula que garantice que la tregua sea real y basada en las garantías para todos los que están dentro y fuera de Guta Oriental».

Como ocurrió en Alepo, por encima del Consejo de Seguridad lo que funciona en Siria son las conversaciones sobre el terreno y Rusia, en representación del Gobierno de Damasco, trata de lograr un acuerdo para la salida de los grupos armados. (Mikel Ayestaran / ABC)

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