lunes, 29 de enero de 2018

enero 29, 2018
MADRID, 29 de enero de 2018.- En 1825 el matemático británico Benjamin Gompertz creó un modelo demográfico para describir el envejecimiento, y según el cual el riesgo de morir aumenta exponencialmente con la edad. En humanos, por ejemplo, este riesgo se multiplica por ocho cada año después de cumplir los 30. En otros mamíferos, los números son distintos, pero riesgo de morir también aumenta exponencialmente a partir de la edad adulta.

Al menos hasta ahora. Una investigación publicada recientemente en la revista eLIFE ha presentado resultados que indican que las ratas topo desnudas, unos roedores lampiños y armados con dos exagerados dientes, no cumplen la fórmula de Gompertz. Después de alcanzar la edad adulta, a los seis meses, su probabilidad de morir permanece constante e incluso disminuye un poco con el tiempo. Por eso, quizás, estos animales alcanzan los 30 años de edad en cautividad, frente a los cuatro de otros roedores también criados en jaulas.

Las ratas topo desnudas tienen una probabilidad diaria de morir de una en 10,000. (National Geographic)

«Para mí, estos son los datos más increíbles que he conseguido alguna vez», ha dicho en Sciencemag.org Rochelle Buffenstein, una investigadora que ha estudiado durante 30 años a las ratas topo desnudas y que ahora trabaja en Calico (EE.UU.), una empresa biotecnológica nacida de Google que investiga el envejecimiento. «Va contra todo lo que conocemos en el campo de la biología de mamíferos».

El animal sin cáncer y sin dolor

En el mundo de los animales de laboratorio, dominado por ratas albinas y moscas, las ratas topo desnudas son súperestrellas. Muy raramente tienen cáncer, son inmunes a ciertos tipos de dolor (como el de las quemaduras), pueden sobrevivir 18 minutos sin oxígeno, cambiando su metabolismo, y son increíblemente longevas: les correspondería vivir seis años, pero pueden llegar a los 30, y conservando su fertilidad. Por todo esto, no llama la atención que los investigadoras quieran estudiarlas en beneficio de la salud humana.

Pero, según Buffenstein, aún hay algo más. Esta científica ha estudiado estos animales durante 30 años. En ese tiempo ha apuntado su fecha de nacimiento y de muerte. Anotó si murieron en el curso de experimentos o si las ratas viajaron hasta otros laboratorios.

Así, Buffenstein ha observado que la fórmula del envejecimiento de Gompertz no parece explicar la vida de estos curiosos animales. Después de alcanzar su madurez sexual, a los seis meses, la probabilidad de morir de cada uno de estos individuos es de uno entre 10.000. Además, este número no cambió con el tiempo.

El «secreto de la eterna juventud»

Otros estudios han mostrado que el secreto de la «eterna juventud» de las ratas topo desnudas está dentro de sus células. Al parecer, son especialmente hábiles a la hora de mantener la maquinaria interna en perfecto funcionamiento. Por una parte tienen una elevada actividad reparadora de ADN y, por otra, altos niveles de chaperonas, unas proteínas que ayudan a otras a plegarse para funcionar adecuadamente. «Creo que estos animales mantienen su casa limpia y ordenada, en vez de acumular daños», ha dicho Buffenstein. Ese tipo de daños, amontonados en forma de mutaciones del ADN o de proteínas no funcionales, son los que llevan al envejecimiento, a las enfermedades y al cáncer.

Según ha dicho en Sciencemag.org Caleb Finch, biogerontólogo de la Universidad del Sur de California (EE.UU.) que no ha participado en el estudio, el estudio de «Rochelle Buffenstein recoge una «mortalidad notablemente baja. A edades avanzadas, la tasa de mortalidad de las ratas topo desnudas es inferior a la de cualquier otro mamífero».

Sin embargo, Finch se ha mostrado cauteloso, porque en la investigación de Buffenstein menos de 50 ratas superaron los 15 años de vida, (sin embargo, la rata más longeva del laboratorio de Rochelle Buffenstein tiene ya 35 años). Por eso, según él, hacen falta más ratas para asegurarse de que la tasa de mortalidad es realmente baja.

A pesar de eso, Rochelle Buffenstein ha dicho que los datos con los que ya cuenta no siguen el típico patrón de envejecimiento de los mamíferos u otros animales. «Si miras en cualquier estudio de envejecimiento de roedores, solo necesitas cien animales para ver el patrón de Gompertz», ha dicho. «Aquí tenemos 3.000 puntos de datos y no lo estamos viendo».

La investigación de Buffenstein suscita muchas preguntas. Una de las más interesantes puede ser la que ha sugerido en Sciencemag.org Matthias Platzer, biólogo en el Instituto Leibniz de Envejecimiento (Alemania). Para él, lo más intrigante es saber lo que pasa en estos animales a partir de los 20 o 30 años. «¿Quizás el envejecimiento ocurre muy rápido entonces? Ni siquiera Rochelle Buffenstein tiene la repuesta para esto». Por fortuna, este estudio publicado ahora ha puesto al alcance de todos una gran cantidad de datos recopilados en una de las colonias de ratas topo desnudas más grandes y antiguas del mundo. (ABC)

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