Eduardo Ibarra Aguirre / 6-XII-17
Todavía no comienza la precampaña presidencial de todos los precandidatos y las descalificaciones están a la orden del día. Se producen en caliente para reducir la intención de voto al adversario y aparecer como el “portador de las soluciones”, cuando los portadores son millones, para los graves problemas que padece el país.
Me refiero a la “propuesta” –de alguna manera es preciso llamarla-- de Andrés Manuel López Obrador, formulada el pasado fin de semana en Tixtla, Guerrero, y que textualmente dice lo siguiente:
“Si es necesario vamos a convocar a un diálogo para que se otorgue amnistía a los responsables, siempre y cuando se cuente con el apoyo de las víctimas; no descartamos el perdón. Se debe perdonar si está de por medio la paz y la tranquilidad del pueblo” (La Jornada, 3-XI-17).
Las condicionantes “si es necesario”, “siempre y cuando” y “el apoyo de las víctimas” son omitidas tramposamente para presentar la idea como un ofrecimiento a los capos del crimen organizado –no a los de cuellos blanco– para ofrecerles el “indulto”, la “amnistía”.