Eduardo Ibarra Aguirre / 24-XI-17
Dos suspirantes a la candidatura por el Revolucionario Institucional para despachar en Los Pinos, tuvieron un miércoles 22 de agudos contrastes. Mientras José Antonio Meade fue colmado de elogios desmedidos por Luis Videgaray, el gurú de Enrique Peña, frente a los embajadores acreditados en México –algunos de los cuales se quejaban de recibir citatorios sin cuidar tiempos y formas–, Miguel Ángel Osorio fue cuestionado con severidad por senadores de los partidos Acción, Morena, Del Trabajo y De la Revolución Democrática, tan democrático que resuelven a puñetazos diferencias en la capital del país.
Octubre fue el peor mes por el número de homicidios y la violencia padecida desde que se cuantifican, los últimos 20 años, y la ocasión insustituible para exhibir el fracaso indudable del gobierno de Peña Nieto. Fracaso que no debiera alegrar a sus adversarios políticos porque el daño es para todos, incluso para los que viven con escolta, como lo evidencia el asesinato de Adolfo Lagos, funcionario de Televisa. Aunque el revés es de un gobierno que estimó suficiente con desaparecer la Secretaría de Seguridad Pública, más trabajo de inteligencia, coordinación institucional, disminución (relativa) del escándalo mediático sobre la violencia y el “sometimiento” de los agentes estadunidenses a una ventanilla.