Eduardo Ibarra Aguirre / 22-XI-17
El puente del Buen fin que convirtió el aniversario de la Revolución mexicana en una febril jornada consumista y de mayor endeudamiento de consumidores a partir de 2011, hasta convertirse en “una fiesta nacional”, como anunció eufórico Ciro Gómez en Imagen Televisión, fue aprovechado por los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática, Movimiento Ciudadano y Movimiento Regeneración Nacional para afinar tácticas y estrategias con la vista puesta en la madre de todas las elecciones.
Por ahora nos ocupamos de Morena, en ésta que es la Utopía 1901. Por supuesto que el discurso de Andrés Manuel López Obrador en el Auditorio Nacional, el apoyo que de él recibió Claudia Scheinbaum como virtual candidata a jefa de gobierno de la Ciudad de México y la ausencia de Ricardo Monreal fueron las notas sobresalientes para los medios de comunicación que se comportan como parte en demérito de la muy deteriorada intermediación entre la sociedad y el poder.
El doctor Monreal Ávila ocupó más de dos meses para decidirse a refrendar su permanencia en Morena, tras emitir pronunciamientos en los que describía sus cualidades políticas y humanas, sin asumir lo que enseñaron nuestros mayores: elogio en boca propia es vituperio. Joaquín López-Dóriga le daba cuerda, y el dueto resultaba hilarante.