LOS ANGELES, 26 de julio del 2017.- Mientras Estados Unidos debate si tiene un presidente racista, Donald Trump decide premiar el racismo. El presidente anunció por sorpresa, el viernes por la noche, con el país pendiente del huracán Harvey, un indulto presidencial al exsheriff Joe Arpaio, el rostro del racismo antiinmigrante. Arpaio, condenado por ignorar las órdenes de un juez federal, ni siquiera había recibido sentencia aún. Las inusuales circunstancias de la medida revelan que se trata de una decisión absolutamente personal para salvar a un aliado político y satisfacer a los trumpistas más ultras.
Un comunicado de la Casa Blanca en la noche del viernes afirmaba que la carrera de Arpaio, que ha trabajado durante 50 años en las fuerzas de seguridad, desde el Ejército a la DEA, pasando por varios cuerpos de policía, “ejemplifica el servicio público desinteresado”. A partir de 1992, “durante su etapa como sheriff, Arpaio continuó su trabajo protegiendo al público del azote de la inmigración ilegal” en el condado de Maricopa (área de Phoenix, Arizona). El presidente considera que la edad (85 años) de Arpaio y sus décadas de servicio público le hacen merecedor de la extraordinaria medida.
Durante el mitin de campaña que celebró el pasado martes en Phoenix, Trump dejó claras sus intenciones en este asunto. A pesar de que la Casa Blanca afirmó que no habría ninguna decisión al respecto esa noche, Trump dijo: “Voy a hacer una predicción. Creo que (a Arpaio) le va a ir bien”.
Trump afirmó entonces que no lo anunciaría esa noche porque no quería “causar una polémica”. Con miles de manifestantes en las calles de Phoenix acusando al presidente de racista, el anuncio del indulto podía haber sido explosivo. La Casa Blanca ha hecho el anuncio pasadas las 8 de la noche de un viernes, con el presidente en Camp David y el país entero pendiente del peor huracán en 12 años, a punto de tocar tierra en la costa de Texas.