La Presidencia o La Chingada –nombre del rancho de los López Beltrán y López Gutiérrez en Palenque, Chiapas--, es la disyuntiva que formula para sí Andrés Manuel López Obrador y casi en una suerte de acto reflejo –“Acción que se realiza involuntariamente como respuesta instintiva e inconsciente del organismo a un estímulo externo”–, sus críticos de siempre desde el oligopolio mediático recuerdan que lo mismo ofreció en 2012.
En efecto, no cumplió para desgracia de los que el cronista Jaime Avilés, denominaba en 2006 “levanta cejas”, pero ahora son amos y señoras del comentario al que incluso subordinan la información, tirándole línea al reportero al que obligan a empezar su nota con “Como dices muy bien” y a renglón seguido la información de por sí parcial, inducida o abiertamente manipulada, de acuerdo a los intereses de cada corporativo radiofónico, televisivo y de internet. Siempre cuidando al gran anunciante y dador de concesiones que es el grupo gobernante en turno, panista o priista, eso no importa.