WASHINGTON D.C., 4 de marzo de 2017.- A medio camino entre una novela de espías de John LeCarré y un vodevil cinematográfico de Fernando Esteso, la actividad política de Estados Unidos volvió ayer a su dinámica habitual de la era de Donald Trump.
El país se había ido a dormir el jueves con nuevas revelaciones sobre las relaciones entre el entorno del presidente y el embajador ruso en Washington, y ayer se despertó con un nuevo ataque en Twitter de Donald Trump contra sus rivales políticos. Casi oculto entre la cacofonía, estaba el hecho, desvelado por el diario 'USA Today', de que el vicepresidente, Mike Pence, había hecho, durante su época como gobernador de Indiana, exactamente lo mismo que los republicanos le habían reprochado a Hillary Clinton: usar un servidor de correo electrónico privado y sin medidas de seguridad para llevar a cabo comunicaciones oficiales. No solo eso. El email de Clinton, que se sepa, nunca fue hackeado. El de Pence, en el que había emails sobre los planes de acción de Indiana en caso de ataques terroristas, sí.
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El presidente de EEUU, Donald J. Trump, y su asesor principal, Jared Kushner, durante una reunión en Washington. (MICHAEL REYNOLDS / EFE) |
La cascada de noticias empezó con la confirmación por la Casa Blanca de una noticia publicada el lunes por la revista 'The New Yorker', de que el yerno de Donald Trump, Jared Kushner - oficialmente, asesor 'senior' del presidente y, en la práctica, la persona que tiene más influencia sobre él - y su ex consejero de Seguridad Nacional, Mike Flynn, se reunieron en secreto con el embajador ruso, Sergei Kislyak, después de las elecciones. La reunión duró 20 minutos y, lo más surrealista, es que tuvo lugar en la Torre Trump de Nueva York, en la que vivía el entonces presidente electo.