Pedro Echeverría V.
1. A principios del siglo veinte se registraron acciones en el mundo como el asesinato del Zar de Rusia, colocación de explosivos en instituciones de gobierno y todo ello se dijo que eran acciones de “anarquistas”. Ha pasado ya más de un siglo y los gobiernos, empresarios, medios de información, no han podido demostrar ninguna violencia anarquista o comunista porque ninguno de ellos ha sido violento. Si se ponen al frente de las manifestaciones o los bloqueos de los trabajadores es porque son los de mayor conciencia y lo hacen para defender a los manifestantes de la salvaje agresión de los aparatos represivos de la burguesía que bloquean con escudos, toletes, gas lacrimógeno, caballos y perros, el paso libre de quienes protestan.
2. El pueblo protesta contra sus condiciones de miseria y explotación, nunca carga armas y jamás se organiza para violentar. Yo, durante más de 50 años he visto que los violentos son la policía, el ejército, la marina, los granaderos; siempre han sido ellos los que –por órdenes de4 sus superiores- violentan todo con sus bloqueos, sus retos y prohibiciones. Ante esas experiencias de décadas hoy los chavos que primero cargaban tomates o huevos podridos, ahora cargan piedras y palos para defenderse. ¿O no deben desobedecer o levantar la mano a contra la autoridad cuando esta se ensaña contra los luchadores sociales, golpeándolos con sus armas, pateándolos en el suelo y arrastrándolos como perros?
3. En la historia los medios de información realizan enormes campañas bien pagadas contra los valerosos jóvenes rebeldes acusándolos primero de socialistas, luego de comunistas, anarquistas y terroristas. Para mí, al contrario, los jóvenes socialistas, comunistas, izquierdistas, luchadores sociales, anarquistas que conozco, son los más bondadosos, solidarios y honestos del mundo siempre dispuestos a entregar sus vidas por las transformaciones sociales en beneficio de los trabajadores. Y no la entregan de palabra, las arriesgan en sus confrontaciones contra la represión, la corrupción y luchando en las calles contra la miseria y la explotación; ponen en juego su trabajo, sus ingresos, a su familia, su libertad, su vida.