Eduardo Ibarra Aguirre / 6-I-16
A los 16 colegas asesinados en 2016, de un total de 259 homicidios de 1983 a la fecha en México, el país más peligroso de toda la aldea para ejercer el periodismo.
Durante el primer discurso pronunciado en 2017, de los muchos, demasiados que aún nos esperan, el titular del Ejecutivo federal jura que “como presidente comprendo la molestia y el enojo que hay entre la población en general y entre distintos sectores de nuestra sociedad. Comparto el fastidio que acompaña la aplicación de esta medida”, el alza del precio de las gasolinas.
Desconozco si de algo sirve a los gobernados que Enrique Peña también está molesto y hasta fastidiado por una decisión que él tomó al incluirla en la iniciativa de Ley de Ingresos para el ejercicio 2017, que se votó en octubre y contiene la liberalización del precio de las gasolinas, proyecto que diseñó como secretario de Hacienda Luis Videgaray y fue aprobado por todos o una parte de los integrantes de los grupos parlamentarios, con la excepción del Movimiento Regeneración Nacional, y que en compacto bloque no sólo lo rechazaron sino advirtieron de las consecuencias económicas y sociales que el país apenas empieza a padecer. El oligopolio mediático lo presentó como el gran éxito parlamentario, pero como siempre ahora finge olvidarlo.
La confesión presidencial recuerda al entonces gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, encabezando una marcha contra la violencia y por la seguridad pública (28-III-2010), para exigir “paz y tranquilidad”, por las que estaba obligado a trabajar el hoy indiciado por diversas corruptelas, pero sin pisar la cárcel que tanto prometió el gobernador “independiente” Jaime Rodríguez.
El primer mandatario no fue colocado en Los Pinos por el electorado con buenas, regulares y pésimas prácticas electorales, para “dar el avión” a los afectados por las alzas de las gasolinas, diésel, gas, electricidad y la cadena de repercusiones que acumulará. Está allí, como él mismo dice, para no tolerar “abusos como pueden ser alzas injustificadas de productos, pero tampoco excesos de quienes, amparándose en la inconformidad social por el incremento en el precio de la gasolina, cometan tropelías”.