jueves, 26 de octubre de 2017

octubre 26, 2017
Pedro Echeverría V.

1. El presidencialismo mexicano es una dictadura que el capitalismo disfraza de democracia.  Es la dictadura de una clase social minoritaria que cada seis años mueve a sus funcionarios de un cargo a otro, o les cambia de cara para que sigan imponiendo el mismo sistema económico y de gobierno. Otros regímenes en el mundo son el parlamentario, el monárquico, el semi presidencial, todos ellos pertenecientes al capitalismo; sin embargo existen regímenes antimperialistas que han buscado con enorme voluntad  construir el socialismo, pero aún no han podido. En el mundo predomina eso que llaman “democracia electoral” que ha sido un barniz para cubrir la dictadura del capital. ¿Puede llamarse democracia mexicana o de EEUU a la terrible corrupción de esos dos países?

2. “¿A qué hora son?”, pregunta el mandatario;  “¡a las que usted quiera señor presidente!”. El régimen político en México, desde el triunfo de la revolución burguesa mexicana de 1910-17, se le ha conocido como “presidencialista”, es decir, un régimen en donde se ha hecho a través de los sexenios, lo que ordena el presidente de la República en turno;  en él los poderes Legislativo y Judicial sólo han servido para aprobar lo que se les envía desde el Ejecutivo, así como para acatar las órdenes que se les dá; es decir, esos otros “dos poderes” han valido un carajo. Pero las órdenes presidenciales no siempre son por escrito o por “recomendación”, muchas veces son con gritos y manotazos para demostrar que no pueden esperar ni dar paso atrás alguno.

3. Así me imagino los manotazos presidenciales:  a)“Ya, póngales en la madre a esos ferrocarrileros en huelga”, gritó el presidente López Mateos en 1958. “Necesito que paren esa huelga nacional y metan a la cárcel, hasta que se pudran, al líder Demetrio Vallejo y seguidores”;  b)El presidente Díaz Ordaz, más ceremonioso dio la orden terminante: “Esos pinches estudiantes me van a descomponer las Olimpiadas; ¡desbarátenlos el dos de octubre en su mitin de Tlatelolco; es una orden de ya!; c ) Luego el presidente Echeverría: “Ya basta, no entienden estos “jóvenes fascistas” que soy líder del tercer mundo y ahora me acusan de represor y de crear una guerra sucia. ¡Reprímanlos! Así dieron sus manotazos esos presidentes y así lo hicieron sus sucesores.

4. Si no tuviéramos un régimen presidencialista que ordena y manda, no habría esa obediencia ciega de los políticos, particularmente del PRI. Ignoro si en los EEUU actúan en los congresos los miembros del partido del presidente de la misma manera. Supongo que no porque esos legisladores deben entender lo que es la “independencia”, que no deben ser tan idiotas como los mexicanos. Sin embargo no debemos olvidar que en el capitalismo el dinero mueve montañas, hace votos favorables lo que quiere  y convierte en bello lo que no es. En México todos los gobiernos, en especial en los últimos tres sexenios, han repartido dinero  “a carretadas” para comprar apoyos, servicios, aliados porque se logró imponer la cultura de la dependencia.

5. Cuando un presidente quiere algo simplemente ordena a su secretario particular; me imagino a López Mateos en 1958 ordenándole al joven secretario privado Humberto Romero, o a Miguel de la Madrid en 1982 ordenándoles a su secretario privado, el joven  Emilio Gamboa y a éstos mismos jóvenes haciendo o deshaciendo sabiendo que cuentan con el absoluto apoyo presidencial. Le exigen a cualquier abogado que fundamente tal o cual petición o justifiquen cualquier castigo aunque no se tenga razón alguna. Esta semana un abogado fiscal se atrevió a hacer una acusación sobre Odebrecht muy ligada al presidente Peña; no sólo no le hicieron caso sino que le voltearon la acusación y está a punto de ir a la cárcel por adelantarse.

6. El que ha dado esta semana el presidente Peña es un auténtico manotazo que debería llevarlo a la renuncia y a la cárcel. Pero, por mil experiencias, sabemos que nada pasará. Incluso en lugar de perder votos, ganará mucho más fuerza entre los más poderosos sectores de la nación porque se demuestra quién manda. Así es el régimen presidencialista en las Repúblicas donde existe: es una dictadura que nada tiene que ver con la democracia real, pero se conoce como tal. Peña se va a librar de ésta y de muchas más aunque se diga que sufrirá “el voto de castigo”. Si existiera éste y fuera válido nunca ganaría el PRI ninguna elección, sin embargo sigue dominando todos los poderes. Hasta en este campo parece que es un mundo que está de cabeza. (26/X/17)

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