sábado, 7 de octubre de 2017

octubre 07, 2017
Pedro Echeverría V.

1. Los zapatistas tendrán una candidata presidencial (Marichuy) con el objetivo de representar a los indígenas del país aprovechando el espacio de las campañas para denunciar la situación de este sector que es el más pobre y miserable de México.  Se podría estar a favor o en contra de usar la estrategia electoral, pero fueron los integrantes del EZLN y el zapatismo en su conjunto quienes externaron sus razones y a muchos de nosotros sólo corresponde respetar sus puntos de vista. No olvidar que el EZLN se levantó en armas el 1 de enero de 1994 –el día que entraba en funciones el TLC firmado por los gobiernos de México y de EEUU. Son casi 24 años de permanente lucha indígena por sus derechos y su vida, sin que la clase dominante les resuelva sus problemas.

2. El EZLN lleva esos años en una gran zona de aproximadamente 10 poblaciones chiapanecas. Si en 1994 eran mil indígenas hoy son más de 50 mil organizados, agrupados y con cierto nivel de conciencia y buscan extender más su influencia. Los gobiernos del PRI y del PAN los han amenazado, reprimido, perseguido; pero al mismo tiempo se han frenado ante las estrategias organizadas y el crecimiento de la fuerza. Sin embargo, por otro lado los ha mantenido encerrados o cercados en parte del estado de Chiapas, que sólo es un estado de los 32 que existen en el país. Por ello saben que así podrán pasar otros 24 años sin jugar un papel determinante en la transformación radical de México. ¡Claro, toda la izquierda está aplastada!

3. La realidad es que la candidata presidencial no le quitará ningún voto a nadie porque no los necesita. La única bronca -absolutamente correcta y justa- es cómo extender la conciencia social entre los demás indígenas, entre los trabajadores, los ciudadanos, para que despierten y aprendan a conocer muy bien a sus enemigos los explotadores y opresores para enterrar su dominio. Por eso decía el intelectual John Holloway que “se puede hacer la revolución y transformar el país, sin tomar el poder”; es decir, cuando la mayoría de la población tenga conciencia todos tendrán que respetarla si no ya saben a lo que tendrán que atenerse. Me gusta mucho la idea, pero antes la clase dominante buscará a asesinar –como lo hace siempre- a los “agitadores sociales”.

4. No olvidaré que fui de los 10 primeros periodistas -de los mal de mil que llegó a San Cristóbal a partir del día dos de enero- a cubrir el levantamiento del EZLN en 1994. Fue hasta el día cuatro cuando se instaló por gritos exigentes  de nosotros, la oficina de prensa con máquinas, teléfono y Fax,  en el hotel Mazariegos. Allí me dí el lujo de dormir en el mejor hotel de San Cristóbal, pero en el piso. En la primera semana sólo envié tres artículos porque siempre estuvimos bloqueados para no acercarnos a las zonas de combate; los reporteros privilegiados –que además contaban con muy buen equipo- eran los de televisa y dos o tres medios más de los grandes. Pero no paramos en movernos de una población a otra donde nos avisaban de sucesos de confrontación.

5. En 1994, año electoral, los zapatistas se levantaron en armas; ese año el gobierno asesinó al candidato Colosio, al alto político Ruiz Massieu e impuso en la Presidencia a  Zedillo. En 2000, cuando Labastida, Fox y Cárdenas fueron candidatos presidenciales, el EZLN no participo electoralmente; en 2006, Marcos –principal dirigente del EZLN- realizó como candidato presidencial, una gira por la República en parte interrumpida por la salvaje represión contra los campesinos de San Salvador Atenco. En 2012 el EZLN apoyó el movimiento que encabezó Javier Sicilia, pero no tuvo candidato. En  2018 la indígena Marichuy es postulada y han surgido varias posiciones tras esa estrategia. Me parece que será interesante lo que sucederá en 2018.

6. He estado muy atento, durante esos 24 años, acerca de los avances y perspectivas del movimiento zapatista. No milito en partido alguno y aunque soy más que adherente y participante del movimiento zapatista y todos los movimientos izquierdistas, formalmente desde 1977 no pertenezco a alguno para mantener un margen total libertad de pensamiento. Mi compromiso es con el movimiento social donde éste se encuentre, pero en el campo de las ideas –sobre todo en este siglo XXI- es el momento de enterrar todos los dogmas que siempre son frágiles. ¿Serán acaso dogmas luchar por enterrar el capitalismo, la explotación, la desigualdad buscando instalar un gobierno horizontal y autogestivo? (7/X/17)

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