martes, 5 de septiembre de 2017

septiembre 05, 2017
María Teresa Menéndez Monforte

Nota de agradecimiento.

Tengo una hurona y se ha escapado tres veces esta semana. Los vecinos de esta casa-redacción de Libertad de Expresión Yucatán la han salvado. Quiero dar las gracias a todos ellos, los menciono en el orden en que fueron protegiendo al animalillo: Rocío, esposa de don Rodolfo, a quien voy a molestar a cada rato; Nicté, hija de Adoración (guardaron al bicho en una jaula durante un día); Nery dear y Karina, dueña del Taller Arana. Su empleado Ángel me devolvió por tercera vez al mustélido. Y al rato viene Pablo a poner una tabla en la parte baja de la puerta de la calle. Hay que ponerle un "hasta aquí" al putorius furo. No huirá más. Al menos no quiero que huya.


Son dulces. Tiernísimos. Puede uno bailar con ellos, arrojarlos... ellos regresan para seguir bailando. Y también son jueputas. Trata la hurona de matar a mis dos gatos mudos clavándoles la dentadura en la nuca. Los gatos no están locos y aunque ya le doblan el tamaño, cuando la hurona se aviolenta, se van corriendo.

Precioso el cuento de Saki Sredni Vashtar, el hurón de Conradín.

Y la hurona ¿es el último hurón que tengo? ¡No creo! Los amo.

Ya tuve unos ocho hurones. Todos me los regaló mi hijo, director de Libertad de Expresión Yucatán.

Pienso tras las angustias producidas por la huida de mi mascota que es una maldad tener en cautiverio a un animal montaraz que ama la libertad.

Pero sólo es cuestión de vigilar la puerta.

Son los hurones animales mágicos y tienen una bella historia de convivencia con el hombre desde tiempos mmm... pienso en Roma. No me voy a poner a investigar ahorita. Pero hay tantos riesgos. Perros. Carros. No sé...

MIENTO. SI SÉ. Yo siempre tendré huroncitos.

¿Los hurones deben vivir en su hábitat? Creo que una casa con patio es su hábitat siempre que los habitantes no sean distraídos y cierren bien la puerta.

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