miércoles, 19 de julio de 2017

julio 19, 2017
GUANAJUATO, México, 19 de julio.- Antonio Luna, el joven velador que junto con su familia quedó en medio de una balacera entre criminales en una finca de esta ciudad el pasado 13 de enero, fue sentenciado a 16 años y ocho meses en prisión tras declararse culpable de disparar y asesinar a sus tres hijos, en un juicio abreviado del sistema acusatorio oral celebrado este miércoles.


En menos de cinco horas y con base en una confesión de Antonio Luna y un peritaje psicológico realizado por un especialista, un juez de oralidad determinó una disminución de la pena acumulada que pudo haber alcanzado Antonio de hasta 75 años por los tres homicidios en razón de parentesco, según explicó su defensor, Rafael Heredia.

Al salir de la audiencia de juicio o procedimiento abreviado efectuada siete meses después de lo ocurrido –y mientras al fondo del patio de los juzgados las hermanas de Antonio Luna rompían en llanto–, Heredia aseguró que “el gravísimo miedo que (Antonio) tenía de que le hicieran más daño, miedo brutal”, fue el que orilló al joven velador a disparar contra Adrián de 11 años, Gabriel de ocho y Mateo de cuatro años, frente a su esposa Juana.

Todos se encontraban encerrados en el baño de la habitación de la planta alta de una finca propiedad de Cipriano Sánchez, situada en la comunidad de Cieneguita, sobre la carretera San Miguel de Allende-Dolores Hidalgo, la noche del 13 de enero.

Antonio era velador de la finca y todas las noches se llevaba a su familia de la casa donde vivían –ubicada a unos 200 metros– a ese lugar para que le hicieran compañía. Así fue como esa noche quedaron atrapados en una balacera que se prolongó por más de dos horas, supuestamente entre grupos criminales.

“Antonio aceptó haber cometido un ilícito en la persona de sus hijos, los privó de la vida con una pistola calibre 22 y lo hizo por el miedo brutal que tuvo y también lo tenían los niños y su esposa”, dijo Heredia en un receso, después de que se determinó la sentencia.

La Fiscalía retiró la acusación por tentativa de feminicidio que había hecho también contra Antonio.

“Él no estaba al 100% en sus facultades mentales, esto conforme a un peritaje en materia de psiquiatría que elaboró un especialista, Fernando López Munguía, una persona con muchísima experiencia”, detalló el abogado.

Después de varias entrevistas con el inculpado, el perito determinó que la voluntad de éste estaba disminuida, con lo que el defensor solicitó una reducción de la condena a la que se haría acreedor.

“Estamos ante una pena de 16 años ocho meses que es la mínima, y conforme a la buena conducta que tendrá seguramente saldrá en mucho tiempo menos”, afirmó.

Al ser interrogado sobre alguna responsabilidad de los agentes que intervinieron en la finca, Heredia descartó tal, puesto que –dijo– los agentes “llegaron dos horas después de la balacera y tiraron una puerta del local del salón de fiestas. Todos los que se estaban balaceando ahí se dieron a la fuga, pues ya los señores policías llegaron e hicieron lo que tenían que hacer… Los señores no le alcanzaron a hacer daño a los niños, los policías no les causaron daño a los niños”, aclaró.

La Procuraduría de Justicia no detuvo a ningún presunto delincuente en el operativo implementado en esa finca, aunque fue la única instancia que intervino, mientras policías estatales y federales resguardaron el perímetro, pero no actuaron.

Un hermetismo oficial ha rodeado este caso desde el principio, lo que despertó más dudas sobre quiénes protagonizaron el enfrentamiento aquella noche en la finca y cómo se dio la actuación de los agentes ministeriales, así como el momento en que los tres niños Luna fueron asesinados. Sin embargo, desde el inicio la Procuraduría responsabilizó al velador de la muerte de sus tres hijos, como lo consignó Apro.

El abogado Rafael Heredia fue muy enfático en afirmar que en este proceso nunca se prestó “a algún tipo de mentiras”.

Insistió: “En este caso en particular sucedió un hecho que es reprobable y muy reprobable, no tanto por Antonio. El hecho reprobable es que desgraciadamente el crimen organizado o desorganizado disparó y se dio un enfrentamiento… Durante una balacera de dos horas y media no es miedo lo que se siente, es pavor y son ganas de fallecer y son ganas de perder cualquier tipo de realidad. Es lo que le pasó a Antonio”, insistió.

Incluso, el litigante ejemplificó este tipo de terror con los momentos vividos por las familias judías ante la expectativa de ser llevadas a los campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial:

“Para que los niños no fueran a los campos de concentración y no fueran convertidos en jabón o fueran convertidos en seres plagiados, torturados, etcétera, se dieron muchas veces este tipo de conductas de padres a hijos. El miedo es espantoso”.

Tras hablar por un instante con familiares de Antonio en el patio de los juzgados, Rafael Heredia salió. Fue entonces cuando Claudia, hermana mayor de Antonio y quien públicamente rechazó que éste fuera responsable, cayó desmayada. (Verónica Espinosa para Proceso)

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