jueves, 6 de julio de 2017

julio 06, 2017
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de julio de 2017.- El destino de las cenizas de José Luis Cuevas (1931-2017) será un misterio. Como misterio es el motivo y las condiciones de su muerte ocurrida la tarde del lunes. Las tres hijas del artista plástico –Ximena, Mariana y María José– desconocen qué sucedió con él los últimos días, semanas, incluso años. La última vez que lo vieron fue en 2013, después de que estuvo hospitalizado diez días, y ellas demandaron ante un juez de lo familiar un régimen de visitas que no consiguieron.

Anteayer toda esa historia quedó en el pasado. Cuevas, principal representante de la generación de la Ruptura, recibió el último adiós en el Palacio de Bellas Artes. Sus restos hechos cenizas. Amigos y familiares se sorprendieron de no poder despedirse del artista en cuerpo presente. Pues no pasaron ni 24 horas de su muerte cuando su viuda Beatriz del Carmen Bazán decidió cremarlo. Ella estuvo en silencio total. Saludó a algunas amigas, pero aún no terminaba oficialmente el homenaje cuando abandonó el recinto.

Cuevas y Beatriz del Carmen Bazán en la presentación del libro de cartas de amor que le escribiera él a ella. (Foto Héctor Mora 28-VIII-13 / Milenio)

"Esa mujer (Beatriz del Carmen) ya no existe para mí. La viuda es la heredera de todo, nosotras, sus hijas, tenemos lo que más vale, su sangre”, dijo Ximena Cuevas recién terminó la ceremonia.

Sólo dos horas se honró al pintor Premio Nacional de Bellas Artes 1981. Y mientras la ceremonia se realizaba en el vestíbulo del palacio de mármol, afuera parecía que no ocurría nada. De hecho, el museo permaneció abierto y turistas con boleto en mano se topaban con una ceremonia fúnebre.
Ceremonia que por un momento se convirtió en queja. Fue el poeta Homero Aridjis el único que levantó la voz para reclamar la ausencia de Cuevas los últimos años. Reclamar la falta de información sobre su estado de salud, y ahora la decisión individual de cremar sus restos. Acusó, incluso, que el pintor de 86 años vivió secuestrado. Los aplausos sonaron al unísono de quienes apoyan a las hijas de Cuevas.

"Cuando Carlota enloqueció en México, dijeron que le habían dado toloache. Entonces José Luis llegó miserable a esa línea de locura. Es un misterio, pero para mí estos últimos años han sido patéticos, pues que una mente brillante con gran sentido del humor, sentido de la amistad de pronto se desvaneció, será un misterio”, dijo Aridjis.

Por la mañana, vía  telefónica, Ximena Cuevas contó a Excélsior que hace dos semanas acudió a la casa de su padre a visitarlo. Sólo pudo gritarle por la ventana que lo amaba, pero nadie respondió. Ni siquiera supo si su padre se enteró de esa visita. El mismo reclamo lo hizo el arquitecto Fernando González Gortázar, quien dijo que hace años no hablaba con el artista a pesar de tener una amistad cercana. Sus números telefónicos, dijo, cambiaron sin avisarle. (Sonia Ávila / Excélsior)

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