martes, 6 de junio de 2017

junio 06, 2017
José Repetto

Tras su derrota el pasado domingo en el Estado de México, el presidente nacional de Morena y aspirante perenne a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, demostró de nueva cuenta que sólo cree en la democracia cuando ésta le da lo que quiere.


Como es costumbre alega fraude sin pruebas contundentes, pues al perder la elección más importante de este año con casi 3% de la votación ve cómo se hunde su aspiración presidencial en 2018.

AMLO y sus seguidores documentaron algunas presuntas  irregularidades aisladas. Es todo lo que son sus fotos y videos de casillas: supuestos indicios, no corroborados, de irregularidades.

Como en toda elección en México hubo dádivas y compra de votos, práctica común en todos los partidos, incluso Morena, pero eso no demuestra que se alterara los resultados finales, lo cual tendrían que probar si quieren hablar de que hubo fraude o coacción del voto. No hubo violencia en mayor o menor escala, si acaso incidentes aislados.

Los números hablan y su candidata, Delfina Gómez, fue derrotada por un margen de casi 3 por ciento -más de 168 mil votos, según el PREP. Y eso que ella era sólo la figurita, el candidato real era él, el verdadero gobernador de Edomex hubiera sido él. Delfina, y los demás abanderados de Morena en todos los niveles, no son nada en un partido creado como plataforma para las ambiciones de un solo hombre. Quienes votan por Morena están votando por López Obrador, no por sus segundones.

Por supuesto en toda derrota López Obrador encuentra una oportunidad y aprovecha para desestabilizar y dividir, para deslegitimar todo lo que no convenga a sus intereses y para victimizarse.

Cualquier avance democrático lo echa para atrás sembrando la idea de que toda elección que no le sea favorable es fraudulenta, pero cada vez más gente se da cuenta de lo manipulador que resulta su discurso. Prueba de ello es que no ganó el Estado de México.

Es un hecho que López Obrador jamás aceptará ningún resultado que no le sea favorable y tachará a quienes no se sumen a su proyecto -con absoluta obediencia y sumisión- de estar "al servicio de la mafia en el poder".

Sus seguidores más fanáticos están profundamente enajenados y adoctrinados. Los más pobres ven en él una esperanza para salir de la pobreza sin el menor esfuerzo. Las clases medias para arriba vemos con temor a un posible dictador que llevaría a nuestro país a una auténtica crisis como las que los jóvenes no recordaríamos. Una crisis con supermercados desabastecidos, desempleo masivo, inflación, cierre de medios y represión gubernamental contra periodistas así como violaciones a los derechos humanos peores incluso que las que se han vivido desde el gobierno de Felipe Calderón.

No olvidemos que en 2006, tras ser derrotado por Calderón, López Obrador bloqueó por meses una de las principales avenidas de la capital del país, contando para ello con el aval de Alejandro Encinas, jefe de gobierno a quien él le regaló el cargo. En 2012 también fue derrotado y aunque no hizo un bloqueo, al ver lo impopular que era la medida, sí desestabilizó y generó incertidumbre por no aceptar los resultados. Previamente, como jefe de gobierno, mostró su autoritarismo tras desacatar la orden de un juez. Anteriormente, en Tabasco, también causó desmanes al no ganar la gubernatura.

En su mente, sólo él es la verdad y sólo él tiene la razón. Todo lo demás es fraude, compló, manipulación y cortina de humo. Los liderazgos que no están con él son corruptos y si se arrodillan ante él quedan “absueltos” de sus corruptelas pasadas. La gente, el pueblo, que elige no votar por él es ignorante y está manipulada, y eso prácticamente todos sus seguidores lo creen.

¿Qué podemos esperar si gana en 2018? ¿un autogolpe para eternizarse en la presidencia? ¿censura en todos los medios existentes? ¿regulación de Internet? ¿represión contra opositores? Que Cuba, Venezuela y Corea del Norte sirvan como ejemplo de lo que podría pasar en caso de que este hombre llegara al poder. 

Morena en Yucatán

En Yucatán Morena es una nulidad pues sólo cuenta con un diputado federal, una diputada local y un regidor en Mérida, quienes llegaron tras ser designados vía tómbola, el método que impuso López Obrador para seleccionar candidatos en 2015.

Así mismo tienen una alcaldía -la de Valladolid, el segundo municipio más importante del estado- que se ganó en gran medida por el rechazo al candidato del PRI y con el apoyo de importantes priistas.

La que manda en Morena Yucatán es la delegada del partido, Katia Meave Ferniza, quien junto con otros capitalinos, como Guillermo Calderón, controlan al instituto político y tienen de títere a su presidente estatal, Mario Mex Albornoz. Mex es un sujeto de cabello largo, andrajoso, desaseado y sin facilidad de palabra que actualmente es maestro en una escuelita particular.

Se sabe que entre los brigadistas y promotores de Morena en redes y supuestos medios afines hay personas adictas a las drogas que incluso pasan todo el día drogándose y se dedicaron en un pasado, o incluso a la fecha, a la venta de sustancias ilegales, lo cual daremos a conocer con lujo de detalles si éstas llegan a ser candidatas de mayoría relativa o representación proporcional -esta última categoría la única con posibilidades reales de llevarlos a una diputación o regiduría- y por tanto su drogadicción y antecedentes pasan a ser un asunto de interés público. Mientras tanto, tomamos nota.