domingo, 23 de abril de 2017

abril 23, 2017
CARACAS, 23 de abril de 2017.- La decisión del régimen de Nicolás Maduro de armar a civiles para defender la Revolución Bolivariana en medio del creciente descontento social está renovando las preocupaciones en Estados Unidos de que organizaciones terroristas y criminales logren apoderarse de parte del arsenal militar del país sudamericano, que incluye una gran cantidad de misiles portátiles tierra-aire.

Expertos y autoridades estadounidenses expresaron preocupación sobre el riesgo de que algunos de estos misiles, al igual que miles de fusiles modernos y una gran cantidad de minas antipersonales caigan en manos de agrupaciones violentas, dada la abrumadora corrupción del régimen, la falta de control interno y el rápido deterioro de la situación del país.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció el miércoles que decidió activar el llamado 'Plan Zamora' que le fue presentado por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para mantener el orden interno ante las supuestas amenazas de golpe de Estado que ha sido convocado "desde Washington". (Reuters)

“Maduro es un dictador con relaciones estrechas con regímenes que fomentan el terrorismo, y ahora está prometiendo entregarle un rifle a cada uno de los milicianos en momentos en que sus truhanes enfrentan con violencia y fuerza letal las protestas pacíficas del pueblo a favor de la democracia”, dijo el senador federal Marco Rubio a el Nuevo Herald.

“Estas acciones irresponsables tienen el mal olor de la desesperación y elevan la posibilidad de que Maduro pierda el control sobre peligrosos sistemas de armas”, advirtió el senador.

Según documentos de las fuerzas armadas del país sudamericano obtenidos por el Nuevo Herald, Venezuela ha comprado a lo largo de los últimos años cientos de unidades de la última versión de los misiles portátiles Igla-S, lanzacohetes pueden ser fácilmente operados por un solo hombre para derribar aviones o helicópteros y que son el equivalente ruso de los misiles Stinger de fabricación estadounidense.

El general Vladimir Padrino, ministro de Defensa de Venezuela, con un lanzacohetes portátil ruso Igla-S, en Caracas el 14 de marzo del 2015. (JUAN BARRETO / AFP/Getty Images)

La existencia de ese equipo bélico en el arsenal de Venezuela ha sido fuente de preocupación en Estados Unidos, dada la estrecha relación del régimen chavista con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y con la proiraní Hezbolá, organizaciones consideradas terroristas por Washington.

Esas preocupaciones habían perdido algo de intensidad después que Rusia prometiera en repetidas ocasiones de que esos misiles no caerían en manos de terroristas, según cables del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks.

Pero Maduro volvió a despertar esos temores la semana pasada al aprobar el denominado Plan Zamora, una operación militar que se activaría bajo una situación de guerra inminente.

El gobernante activó el plan ante la gran envergadura de las manifestaciones en su contra, que Maduro describió como el preámbulo de un golpe de Estado organizado —según él— por el gobierno del presidente Donald Trump.

Expertos dijeron que la aprobación del Plan Zamora activa los instrumentos para comenzar a suministrar con armamento de guerra a las milicias del régimen y sus organizaciones paramilitares, conocidas internamente como colectivos. Poco antes, Maduro había anunciado que entregaría fusiles de guerra a sus 400,000 milicianos. (Antonio María Delgado / El Nuevo Herald)