viernes, 7 de abril de 2017

abril 07, 2017
BUENOS AIRES, Argentina, 7 de abril de 2017.- Ludmila Putina (Liudmila Pútina) fue la esposa de Vladimir Putin durante tres décadas. Se conocieron en San Petersburgo, se casaron en 1983 y se mudaron a la entonces Alemania Oriental, donde Putin era agente de inteligencia de la KGB. Tras la caída de la Cortina de Hierro, volvieron a Rusia, donde Vladimir empezó su notable viaje hasta convertirse en el hombre más poderoso de su país, por no decir del mundo.

Pero mientras él reinaba en Moscú, las apariciones públicas de ella eran cada vez más espaciadas. Los rumores más disparatados de la prensa rusa decían que su esposo la había despachado a un monasterio. En junio de 2013, la pareja asistió a la producción del Kremlin del ballet La esmeralda, y aprovecharon el entreacto para comunicarle a la prensa que se divorciarían.

Liudmila Pútina en el Aeropuerto de Heathrow.

Desde entonces, los rusos tuvieron pocas noticias de Liudmila. El secretario de prensa de Putin se negaba a responder preguntas sobre su vida y la biografía oficial del jefe de Estado en el sitio web del Kremlin borró toda mención a la ex primera dama. Pero la figura de Ludmila seguía fascinando a muchos ciudadanos comunes, ávidos de saber qué había pasado con la mujer que mejor conoce al presidente ruso.

Ahora, casi cuatro años después, empezaron a surgir detalles de la nueva vida de la ex del presidente, que no sólo no está recluida en un remoto monasterio, sino que además parece darse una vida de placeres en una mansión europea junto a su nuevo novio, 20 años menor que ella.

Artur Ocheretni. (Facebook)

Artur Ocheretni en Heathrow.

Ludmila y Artur Ocheretni en Heathrow.





Fachada del palacete donde vive ahora Liudmila, cerca de Biarritz. (Wikipedia)

Esta nueva información no sólo da un atisbo del secretísimo mundo privado de la familia Putin -un tema del que los comunicados oficiales no se ocupan y que sólo es materia de la prensa sensacionalista-, sino que también es una muestra de las riquezas que según sus críticos obtuvieron el presidente ruso y su círculo íntimo en los últimos años.

El sitio web ruso Sobesednik reveló la identidad del nuevo novio de Ludmila el año pasado, basándose en documentos que parecían indicar que la divorciada, de 58 años, se había vuelto a casar y que había tomado el apellido de su nuevo esposo, el empresario Artur Ocheretni, por entonces de 37 años. Esta semana, el sitio web Starhit publicó fotos que parecen mostrar a la pareja en el aeropuerto londinense de Heathrow.

El vínculo de la pareja con la mansión en Francia fue revelado el miércoles, cuando el Proyecto de Información sobre Crimen Organizado y Corrupción (Occrp, por su sigla en inglés) publicó un artículo donde sugería que Ocheretni era el dueño de un minipalacio en la localidad de Anglet, cerca de Biarritz, en el sudoeste de Francia, una propiedad valuada en 7.5 millones de dólares que estaba siendo renovada por completo. Según el informe de Occrp, la mansión fue adquirida seis meses después de que los Putin anunciaron su divorcio.

Un vecino del lugar le dijo a un periodista de Occrp que se trata de una emblemática mansión art decó de la zona llamada “Souzanna” y ahora "Reverie". "La compradora fue la ex esposa de Putin, acá todos lo sabemos", dijo al parecer el vecino, que ignoraba que la propiedad está a nombre de Artur Ocheretni.

Vladímir Putin y Ludmila cuando estaban casados.

Parece un final feliz para Ludmila. Los relatos sobre su largo matrimonio con Putin apuntan a que no siempre el vínculo fue amable, y se dice que a la sensible Ludmila le costaba lidiar con su frío marido. Como dijo Natalia Gevorkian, biógrafa de Putin, poco después del anuncio del divorcio "era una mujer que amaba y no era amada".

Pero Occrp descubrió que la lujosa mansión francesa también generaba dudas sobre cómo habían hecho Ludmila y su nuevo novio para pagar una propiedad tan costosa. Artur Ocheretni es director de una organización sin fines de lucro, el Centro para el Desarrollo de las Comunicaciones Interpersonales, más conocido por sus estrechas vinculaciones con Ludmila. Antes de eso, Ocheretni trabajó en una agencia de eventos que solía trabajar para el Estado ruso. La Occrp señala que en Rusia los directores de ONG no suelen cobrar sueldos elevados y que ninguno de los emprendimientos comerciales de Ocheretni parece especialmente exitoso.

Oficialmente, Ludmila tampoco es rica. Hasta su divorcio, la ley le exigía reconocer sus bienes e ingresos, y nunca declaró demasiado. De hecho, las declaraciones patrimoniales del propio Vladimir Putin son igualmente magras: sus 147.000 dólares anuales de sueldo y unas pocas propiedades, incluidos un departamento en Moscú, un terreno y tres autos, según su declaración de 2015. (La Nación / OCCRP/ starhit.ru)