viernes, 10 de marzo de 2017

marzo 10, 2017
Pedro Echeverría V.

1. El sistema de dominación y de vigilancia policiaca en México es brutal. No se trata ahora de que hayan millones de cámaras de vigilancia en edificios, avenidas, calles, parques, escuelas y negocios, etcétera, y que todas las organizaciones sociales estén penetradas por agentes encubiertos del gobierno mexicano y la embajada yanqui; además se están aprobando leyes contra los movimientos sociales que amenazan a todos los dirigentes de real oposición con meterlos a la cárcel. Pero lo más descarado es que hace dos o tres días se aprobó o legalizó que el ejército se encargue de las calles y sustituya a policías hasta que éstos sean capaces de cumplir su función.

2. Dicen: El ejército y la marina de México están entrenados para lo que se ofrezca. Pueden actuar en todos los frentes necesarios gracias a planes, como la Iniciativa Mérida y otros  que vienen desde los años cincuenta, que han servido de indiscutible utilidad. Más de un millón de militares, casi todos entrenados en combate contra motines y guerrillas en las mejores escuelas del ejército yanqui de los EEUU y  Panamá, son garantía (señalan) de que se posee una preparación de excelencia en todos los campos. Reconocemos la labor de los “policías de tránsito o de esquina”, pero nada que ver con los conocimientos y experiencias que militares han adquirido desde hace décadas.

3. No habíamos aceptado funcionar como policías de calle –dicen los milicos con aire de triunfadores- porque nuestros jefes no se habían puesto de acuerdo con el gobierno; pero hoy que la misma ciudadanía exige que estemos en las calles y el señor presidente nos lo pide, pues crecerá nuestra cobertura del territorio nacional; ya no hay pretexto para no hacerlo. La realidad es que la situación de inestabilidad del país se ha agudizado y es el momento en que debemos demostrar nuestro patriotismo. Ahora tendremos la oportunidad de demostrar que los militares somos muy serios, muy rectos, muy honestos y que no estamos dispuestos a transigir y menos a recibir dádivas.

4. Nosotros no somos simples trabajadores o ciudadanos que por falta de empleo nos empleamos en lo que caiga; los militares somos otra cosa: nos preparamos y todos los días recibimos instrucciones de todo tipo, sobre todo conferencias de derechos humanos y de la Constitución para que luego no seamos acusados de que violamos la ley. Cuando nos hemos violentado es porque recibimos órdenes de nuestros jefes o porque los delincuentes han rebasado los límites. Por ello nuestra demanda más importante al gobierno es que se aprueben leyes protectoras de los derechos de los militares para que nuestra actuación sea libre y amplia ante la delincuencia desatada.

5. Los militares de México brincan de alegría porque el mismo gobierno ha adquirido las últimas semanas (antes que le cierren la Iniciativa Mérida) grandes sistemas de espionaje contra una delincuencia que no tiene frenos. Es tan sofisticada la tecnología de los aparatos adquiridos que son capaces de escuchar, ver, capturar textos, imágenes y contactos de cualquier teléfono inteligente. Wikileaks obtuvo documentos de la CIA (Agencia de Inteligencia de los EEUU) que demuestran sus inmensas capacidades de espionaje. Poseen programas de ciberespionaje malware, de virus, troyanos, sistemas de control remoto, de infiltración de celulares, computadoras e inclusive televisiones digitales, etcétera.

6. Por último señalan: Lo importante es que la población no se alarme pensando que el ejército y la marina van a gobernar el país porque el gobierno de Peña Nieto ha demostrado mucha incapacidad para resolver los problemas urgentes. Nada de eso porque nosotros seguiremos obedeciendo al gobierno como lo hemos hecho desde que en 1915 nacimos como brazo armado del gobierno. Lo que sí debe reconocerse es que hoy las fuerzas armadas tienen más presencia porque cuentan con una gran estructura de poder que posee más influencia para que sean mayores nuestros salarios, poseamos muchos más prestaciones y servicios y el país viva con buena estabilidad y confianza. (10/III/17)

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