lunes, 6 de marzo de 2017

marzo 06, 2017
José Repetto

Aunque sin duda no es equiparable con el totalitarismo que se vive en países como Cuba, Venezuela y Corea del Norte, donde los críticos del gobierno son encarcelados e incluso asesinados, la corrección política no deja de ser una grave amenaza para la libertad de expresión.

Y es que vivimos en una época donde se espera que nos cuidemos de no ofender a las feministas radicales, la diversidad sexual, las personas con discapacidad (por algún motivo ahora es irrespetuoso decirles "discapacitados), a los devotos de tal o cual religión, las minorías étnicas, etc. 

Ejemplo reciente es el ya muy choteado caso de la Feria Internacional de la Lectura (FILEY), cuyos organizadores tuvieron que salir a pedir perdón por un cartel publicitario alusivo al sadomasoquismo, el cual fue capitalizado por un grupito de feministas radicales locales, varias de las cuales han hecho del "activismo" su modus vivendi.

Se confunde la labor legítima por el reconocimiento de derechos fundamentales y contra injusticias reales y concretas con hacer berrinche cada vez que algo hiere nuestros sentimientos o, peor todavía, capitalizar deshonestamente cualquier situación para crear conflicto (esto último incluso aparece en los manuales para constituir frentes de izquierda, pues es una estrategia que emplean para manipular a la opinión pública).

En Estados Unidos se ven este tipo de situaciones ridículas con más frecuencia. Figuras públicas e incluso ciudadanos comunes y corrientes son linchados en las redes sociales por expresar una opinión que, a una ruidosa pero insistente mayoría, simplemente no le agrade.

Dos casos recientes: Steve Martin borró un tweet donde decía que Carrie Fisher era "la criatura más hermosa que jamás haya conocido", recordando su amistad tras su entonces reciente deceso. Hace algunos años, el científico Matt Taylor, quien participó en la histórica misión Rosetta, salió a pedir disculpas -incluso llorando- porque la playera que usó en una entrevista disgustó a las feministas.

Ejemplos como éstos hay decenas (una simple búsqueda de la frase "apologizes over tweet" nos permitirá ver incontables casos igual de ridículos), siendo el común denominador que una persona o institución es doblegado para pedir disculpas por una ofensa imaginaria sin víctimas.

La corrección política usada como arma contra Libertad de Expresión Yucatán

Al que escribe se lo han intentado hacer, más en fechas recientes, insistentemente pero sin éxito. Gente ajena a este proyecto busca controlar sus "formas" y "estilo", lo cual es un ataque.

Un sujeto que golpeaba a su esposa a tal grado que se divorciaron y ya no se le permite ver a su hijo/a se sumó a la lista de personas que han intentado, sin éxito, boicotear y desacreditar a este medio tomando como pretexto mis opiniones en el tema de la Filey. Así es, el violentador de mujeres me acusó de misoginia.

Su torpe y burda campaña en contra de Libertad de Expresión Yucatán sólo contó con el respaldo de dos sujetos a quienes nadie lee, un teporocho y un tipo adicto a la cocaína y severamente dañado por ésta. Sin embargo, su acoso a título personal llegó a un medio impreso, con alusiones falsas pero evidentes, pero no tuvo impacto alguno más allá de atraer repudio y asco para sí mismo. Fue tan torpe el golpe que no me enteré de su publicación hasta varios días después.

Estos sujetos estarían más felices en algún "paraíso socialista" donde nadie -ni siquiera ellos- puede opinar con libertad, pero aquí les toca tolerar que gente que no piensa como ellos tenga plataformas redituables y con alcance para hacerlo y aceptar que no pueden callarla con campañas de acoso sólo por no estar de acuerdo. 

No olvidemos que, por intimidante que sea, la corrección política aún no es obligatoria. Todos los intentos por imponer la tiranía de la opinión única en este medio fracasarán.