sábado, 4 de marzo de 2017

marzo 04, 2017
WASHINGTON D.C., 4 de marzo de 2017.- A medio camino entre una novela de espías de John LeCarré y un vodevil cinematográfico de Fernando Esteso, la actividad política de Estados Unidos volvió ayer a su dinámica habitual de la era de Donald Trump.

El país se había ido a dormir el jueves con nuevas revelaciones sobre las relaciones entre el entorno del presidente y el embajador ruso en Washington, y ayer se despertó con un nuevo ataque en Twitter de Donald Trump contra sus rivales políticos. Casi oculto entre la cacofonía, estaba el hecho, desvelado por el diario 'USA Today', de que el vicepresidente, Mike Pence, había hecho, durante su época como gobernador de Indiana, exactamente lo mismo que los republicanos le habían reprochado a Hillary Clinton: usar un servidor de correo electrónico privado y sin medidas de seguridad para llevar a cabo comunicaciones oficiales. No solo eso. El email de Clinton, que se sepa, nunca fue hackeado. El de Pence, en el que había emails sobre los planes de acción de Indiana en caso de ataques terroristas, sí.

El presidente de EEUU, Donald J. Trump, y su asesor principal, Jared Kushner, durante una reunión en Washington. (MICHAEL REYNOLDS / EFE)

La cascada de noticias empezó con la confirmación por la Casa Blanca de una noticia publicada el lunes por la revista 'The New Yorker', de que el yerno de Donald Trump, Jared Kushner - oficialmente, asesor 'senior' del presidente y, en la práctica, la persona que tiene más influencia sobre él - y su ex consejero de Seguridad Nacional, Mike Flynn, se reunieron en secreto con el embajador ruso, Sergei Kislyak, después de las elecciones. La reunión duró 20 minutos y, lo más surrealista, es que tuvo lugar en la Torre Trump de Nueva York, en la que vivía el entonces presidente electo.

En aquellos días, el vestíbulo de la Torre era una especie de cabalgata por la que pasaban desde el candidato republicano a la Presidencia en 2012, Mitt Romney, hasta el consejero delegado de la empresa tecnológica japonesa Softbank, Masayoshi Son. ¿Cómo es posible que, entonces, nadie viera a Kislyak? Simplemente, porque el diplomático ruso entró por una entrada más discreta, posiblemente a través del garaje. El objetivo del encuentro fue, según una de las portavoces de Trump, Hope Hicks, "establecer una línea de comunicación más abierta en el futuro".

Emails hackeados

Cabe preguntarse cómo es posible que Trump, que vive en ese edificio, no se enterara de la reunión. Y eso es algo que es relevante, porque hace dos semanas Flynn tuvo que dimitir después de que 'The Washington Post' desvelara que, contrariamente a lo que había declarado - e, incluso, de lo que había dicho al vicepresidente, Mike Pence - se había comunicado con Kislyak.

Y otro escándalo: la portada de 'USA Today: 'Pence usó un email privado para cuestiones del estado, y se lo hackearon'. Efectivamente, el vicepresidente, empleó en su cargo de gobernador de Indiana, que ejerció hasta el 19 de enero, un correo electrónico de la empresa America Online, ahora integrada en la telefónica Verizon. 'USA Today' tuvo que solicitar durante cuatro meses la entrega de los emails, que en teoría deberían ser de dominio público, aunque solo ha logrado una lista parcial de ellos.

Al igual que en el caso del encuentro de Kushner y Flynn con Kislyak en la Torre Trump, el caso tiene más enjundia si se ve en un contexto más amplio: Hillary Clinton perdió las elecciones por su uso de un correo electrónico privado de Gmail para llevar a cabo sus comunicaciones oficiales cuando era secretaria de Estado.

Con ese panorama, Trump se refugió en Twitter. El presidente colgó una foto del jefe de los demócratas en el Senado, el senador Chuck Schumer, comiendo un donut con Vladimir Putin, acompañado del texto: "Deberíamos empezar una investigación inmediata sobre Schumer y su vínculos con Putin. ¡Un hipócrita total!". (Pavel Pardo / El Mundo)