miércoles, 1 de febrero de 2017

febrero 01, 2017
PEKÍN, 1 de febrero de 2017.- Primero fueron cinco libreros que publicaban obras prohibidas por el régimen de Pekín. Ahora es un millonario muy conectado con el Gobierno, Xiao Jianhua, el que ha desaparecido en Hong Kong y que, según medios locales y chinos en el extranjero, ha sido detenido y trasladado de manera ilícita a la China continental.

Xiao fue visto por última vez el viernes pasado, la víspera del Año Nuevo chino, en un lujoso hotel en pleno barrio financiero de Hong Kong. Normalmente, el millonario se desplazaba protegido por un grupo de mujeres guardaespaldas pero, en esta ocasión, según el rotativo Financial Times, se le vio salir del edificio acompañado de agentes de los servicios de seguridad chinos. No presentaba resistencia. Su familia presentó una denuncia por su desaparición ante la Policía local —la única que tiene jurisdicción en el territorio autónomo— el sábado, pero la retiró al día siguiente.

Xiao Jianhua en un parque de Pekín. (The New York Times)

Después de que comenzaran a circular rumores sobre su paradero, una serie de mensajes en su cuenta de WeChat —el WhatsApp chino— aseguraban que el empresario se encontraba “bajo tratamiento médico en el extranjero”. “No he sido secuestrado”, sostenían los mensajes, que negaban que Xiao se encontrara en la China continental. Esos mensajes han sido eliminados.

Un periódico de Hong Kong, el Ming Bao, publica este miércoles en primera página lo que parece ser un anuncio firmado por el millonario. En él se insiste en que no ha sido secuestrado y Xiao asegura que cuando regrese de su tratamiento médico, “muy pronto", se reunirá personalmente con los medios de comunicación. “Siempre he amado al Partido [Comunista de China] y a la Patria” y nunca ha estado implicado en ninguna situación que pudiera perjudicar la imagen del régimen, sostiene. “Personalmente, creo que el Gobierno es civilizado y que respeta el Estado de derecho”, agrega.

El empresario, propietario del grupo de inversión Tomorrow, tiene pasaporte canadiense, es residente en Hong Kong y, según afirma el anuncio, cuenta también con un pasaporte diplomático, aunque no precisa de qué país.

Líder del sindicato oficial de estudiantes de la Universidad de Pekín durante las manifestaciones de Tiananmen en 1989, este empresario no apoyó las protestas. Con el apoyo financiero de su alma máter entró rápidamente en el mundo de los negocios y, según un perfil de 2014 que publicaba The New York Times, se convirtió en “el prototipo de financiero políticamente conectado”, que ha cortejado incluso a la familia del presidente Xi Jinping. La revista Hurun, que elabora cada año una lista de las mayores fortunas chinas, le situaba en 2016 en el puesto 32, con unos haberes en torno a los 5.970 millones de dólares.

Pese a los desmentidos, una fuente cercana a la familia ha confirmado al diario hongkonés South China Morning Post que Xiao se encuentra en territorio de la China continental. “Sus familiares pueden comunicarse con él. No está mal, al menos sabemos que está sano y salvo”.

La historia se repite

El episodio es similar al caso de la desaparición de los libreros relacionados con la editorial Mighty Currents, que terminaron en manos de la Policía china. Tres de ellos lo hicieron tras viajar a territorio continental pero de un cuarto, Gui Minhai, se perdió la pista cuando se encontraba de vacaciones en su apartamento de Tailandia. Gui, de pasaporte sueco, reapareció meses más tarde protagonizando una confesión televisada, en la que aseguraba haber cruzado a China voluntariamente para entregarse, arrepentido por su responsabilidad en la muerte de una persona en un accidente de tráfico décadas antes. El último, Lee Bo, fue secuestrado en Hong Kong y trasladado clandestinamente al otro lado de la frontera.

Como en el caso de los libreros, el de Xiao alimenta los miedos en Hong Kong a una pérdida de libertades y a que se diluya el principio de “un país, dos sistemas” que rige la excolonia británica desde que regresó a la soberanía china en 1997.

El Gobierno chino, en medio de una intensa campaña contra la corrupción que ha servido también para deshacerse de posibles adversarios políticos, ha retenido en otras ocasiones a millonarios para que colaborasen en las investigaciones sobre casos de sobornos y tráfico de influencias. En 2015 Guo Guangchang, el presidente del grupo Fosun —entonces uno de los principales inversores en la española Osborne—, desapareció durante cuatro días. Su empresa confirmó que “cooperaba” con las autoridades judiciales en una pesquisa. (El País)