martes, 10 de enero de 2017

enero 10, 2017
TEHERÁN, Irán, 10 de enero de 2017.- Cientos de miles de personas llenaron las calles de Teherán el martes, golpeándose el pecho y lamentándose en señal de duelo por el fallecido expresidente iraní Akbar Hashemi Rafsanjani, que murió durante el fin de semana. Tenía 82 años.

La multitud llenó las calles principales de la ciudad mientras miembros destacados del gobierno y el clero celebraban un servicio funerario en la Universidad de Teherán. El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, oró junto al féretro mientras otros dignatarios se arrodillaban ante el ataúd, colocando las manos encima para despedirse.


También acudió el presidente, Hasán Ruhani, cuyo gobierno moderado lideró las recientes negociaciones nucleares con potencias internacionales. Ruhani, que casi con seguridad se presentará a la reelección en mayo, está considerado como el heredero de la visión realista de Rafsanjani.






A la ceremonia del martes asistieron miembros de la rama más conservadora del gobierno, y se declaró un día feriado en todo el país. Los dolientes cargaban carteles con la imagen de Rafsanjani.

"Rara vez asisto a ceremonias religiosas, pero estoy aquí como iraní que no puede olvidar la contribución de Rafsanjani para desarrollar la esfera política a favor de la gente en los últimos años", dijo Nima Sheikhi, profesor computación en una escuela privada.

Entre los asistentes estaba también Qassem Soleimani, un general que lidera la Fuerza Quds, un equipo de élite de la Guardia Revolucionaria especializada en operaciones en el extranjero como la guerra en Siria.

El ataúd de Rafsanjani fue conducido después despacio por las calles hasta el santuario del fallecido líder supremo Rujolá Jomeini. Allí será enterrado junto al líder de la Revolución Islámica de 1979, que derrocó al sah respaldado por Estados Unidos.

Rafsanjani, un estrecho aliado de Jomeini y Jamenei, sirvió como presidente de 1989 a 1997. Fue un firme defensor del presidente moderado Hasán Ruhani y sirvió como nexo entre los reformistas que quieren abrirse al resto del mundo y las corrientes más tradicionales en la clase dirigente. (AP)