lunes, 9 de enero de 2017

enero 09, 2017
Pedro Echeverría V.

1. En México el desempleo es brutal. De acuerdo al aumento de la población y al arribo de los jóvenes a la edad de trabajar, deben crearse cada año un millón 300 mil plazas de trabajo; pero, según informes, desde hace 30 años apenas alcanza crearse la mitad o menos por falta de inversiones, sean de multimillonarios mexicanos o extranjeros. Así que el desempleo no es por flojera, indolencia o por no querer trabajar; es un problema grave reconocido por la institución. Por otro lado, si hasta hace unos veinte años había estabilidad y seguridad en el empleo, a partir de los años ochenta se comenzaron a crear leyes para acabar con los derechos de los trabajadores como: contratación individual, temporal, sin seguridad, sin antigüedad, sin sindicatos, sin permisos, sin derecho a vacaciones, etcétera; se sometió más a los trabajadores mediante un salario mínimo que no alcanza comprar ni la mitad de una “canasta básica”.

2. Revisando datos publicados en El Universal en enero de 2016 “En México el 25% del total de la población (de 123 millones) entre 15 y 29 años de edad es NINI (ni trabaja ni estudia). Por tanto existen 7.5 millones de ninis en el país. En el nivel medio superior se educa sólo al 72.8 del grupo de edad de 15 a 17 años. Al nivel superior la matrícula apenas alcanza el 30.1% en relación a la población que tiene entre 18 y 22 años. En los últimos 10 años los empleos de hasta dos salarios mínimos se han incrementado, pero 700 mil empleos con sueldos de más de cinco salarios se perdieron. El desempleo total del país ha crecido de manera exagerada desde 1982 que se impuso la economía neoliberal privatizadora que obligó a decenas de miles de negocios micros, pequeños y medianos a cerrar por no poder competir. ¿Puede olvidarse la entrada del TLC en 1994 con Salinas que terminó de desgraciar a los mexicanos más miserables y desempleados?

3. Teniendo “el destino” de ser hijo de una familia de los 80 millones de pobres y miserables de México; después de recorrer fábricas, negocios, oficinas públicas, sin encontrar un empleo que me ayude a mantener a mis tres hijos; después de probar para convertirme en uno más de los 10 millones de migrantes hacia los EEUU y no conseguir nada, he tenido que sumarme a esa gran masa de seres humanos bautizada por la clase dominante como “delincuente”. ¿Esperaban acaso que me dedique a hacer competencia con otros millones de limosneros que llenan las calles de la ciudad de México y de miles de ciudades enterrando lo poco que me queda de dignidad? Por ello prefiero jugarme la libertad y la vida buscando cualquier oportunidad para tener algo para llevar comida a los hijos. ¿Que por ello soy materia dispuesta para ingresar a cualquier grupo que me dé seguridad en un ingreso? sí, ¿pero que esperaban los señoritos burgueses que lo tienen todo? (9/I/17)

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