MADRID, España, 23 de septiembre.- Escribe Diego A. Manrique en El País: A los 67 años, que cumple hoy mismo, Bruce Springsteen se encuentra en un impasse ahora frecuente entre la primera división del rock: sus discos cada vez tienen menos impacto mientras que aumenta el tirón de sus directos. En el caso de Bruce, se advierten matices llamativos: atrae a un público más fiel y fervoroso en Europa que en su propio país. En Estados Unidos, Springsteen es víctima de la polarización política entre republicanos y demócratas: algunos de sus antiguos fans deploran sus posturas progresistas y no se privan de señalar una supuesta incongruencia con su estilo de vida de multimillonario.
Su autobiografía, Born to Run (Literatura Random House), que sale a la venta el 27 de septiembre en todo el mundo, tiene algo de rendición de cuentas. Aunque no estamos ante una esfinge a lo Bob Dylan: Bruce ha sido muy locuaz en sus entrevistas y en los extensos parlamentos que usaba en los escenarios. De hecho, sus seguidores reconocerán su voz sobre el papel: esos puntos suspensivos que equivalen a las pausas dramáticas, las frases en mayúscula que merecerían un redoble de la batería de Max Weinberg, esas ristras de palabras que aspiran a evocar lo inefable.
Algún malvado podría preguntar si realmente hay algo nuevo que contar sobre Bruce Springsteen: su vida y obra han sido exploradas en docenas de libros. Tiene incluso un biógrafo oficioso, Dave Marsh, integrado en su entramado profesional: está casado con Barbara Carr, la lugarteniente de su manager, Jon Landau. Marsh ha publicado cuatro tomos sobre Bruce entre 1979 y 2006.
Pero resulta que sí, que la epopeya se puede revivir con poesía y elocuencia: Born to Run contiene párrafos formidables. Cuando es necesario, también recurre a la crudeza. Springsteen retrata la pobreza de su infancia y juventud. Dos tribus urbanas conviven en su rincón de New Jersey: los ra-rahs (pijos, diríamos aquí) y los greasers (macarrillas); Bruce parece condenado a ser eternamente un greaser. Aunque, eso sí, con éxito entre las mujeres, sobre todo cuando enchufa su guitarra eléctrica.