PARIS, Francia, 8 de junio.- Como sucede con todas las grandes citas deportivas y sus anfitriones, la Eurocopa 2016 será un espejo de la Francia contemporánea: el reflejo puede ser majestuoso, desagradable o —lo más probable— una mezcla de ambos.
En sintonía a su condición de sexta economía del mundo, todo ha estado listo desde hace varios meses. Flamantes, renovados o que ya estaban en forma impecable, los estadios en las 10 ciudades sedes son modelos de la ingeniería y elegancia franceses. Lo mismo es cierto de la red de trenes de alta velocidad y autopistas que harán la vida fácil a los aficionados a la hora de trasladarse para los 51 partidos, admirando la belleza natural del país. Nada de pasar la noche en los pisos de aeropuertos por carísimos vuelos de madrugada, como sucedió en los mundiales de Brasil 2014 y Sudáfrica 2010, y en la Euro 2012 que fue montada por Polonia y Ucrania.
Esta compacta Eurocopa será el torneo más confortable para los aficionados en mucho tiempo. El Mundial de 2018 cubrirá el vasto territorio de Rusia y la Euro 2020, dispersada como confeti entre 12 países que van desde Azerbaiyán hasta Irlanda, se concibió para satisfacer a la televisión (y a la publicidad), con demasiados obstáculos geográficos y burocráticos que permitan a las masas de hinchas ir de un partido a otro, como podrán hacerlo en Francia entre el 10 de junio y el 10 de julio.
El estadio Velodrome en Marsella, en el sur de Francia, el miércoles 8 de junio de 2016. El estadio es una de las sedes de la Eurocopa. (AP) |
Pero.