CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua, 18 de febrero.- Primero se detuvo a rezar en silencio por los migrantes, contemplando la valla metálica que marca la frontera entre México y Estados Unidos, desde una plataforma con una gran Cruz negra, ante la que depuso un ramo de flores blancas; al pie de la Cruz había dos pares de zapatos blancos de migrantes. Desde allí, envió su bendición hacia todas las personas «del otro lado» del Río Bravo, en la ciudad de El Paso (la cara texana de Ciudad Juárez); muchas de ellas se reunieron en la frontera para escuchar sus palabras de aliento. Después, celebró la Misa en el área para ferias, con el altar a menos de 80 metros del confín, acompañado por 230 mil personas. Durante la procesión, llevaba el báculo de madera que le regalaron los reclusos del Cereso N.3 de la ciudad. También siguieron la celebración otras 50 mil personas en el estadio de la Universidad de El Paso, mejor conocido como «Sun Bowl». El viaje a México de Papa Francisco concluye en uno de los lugares más simbólicos de la migración en el mundo, frente a esa barrera que muchos sueñan atravesar, buscando un futuro mejor para sí mismos y para la propia familia.
|
Ciudad Juárez. La ciudad en la parte norte del país separada de los Estados Unidos sólo por una barrera, sutil pero poderosa. Una frontera erigida por la administración estadounidense para detener el flujo de migrantes de América del Sur. La ciudad texana de El Paso, con 3 millones de habitantes, se encuentra a 25 km en coche, para llegar allí, hay que atravesar el Río Bravo. Allí Bergoglio decidió celebrar la última misa de su viaje a México. (Reuters) |
Recordando la narración bíblica de Jonás, que ayudó al pueblo a cobrar conciencia sobre su pecado y después de su llamado encontró a hombres y mujeres capaces de arrepentirse y de llorar, el Papa dijo en la homilía: «Llorar por la injusticia, llorar por la degradación, llorar por la opresión. Son las lágrimas las que pueden darle paso a la transformación, son las lágrimas las que pueden ablandar el corazón, son las lágrimas las que pueden purificar la mirada y ayudar a ver el círculo de pecado en el que muchas veces se está sumergido. Son las lágrimas las que logran sensibilizar la mirada y la actitud endurecida y especialmente adormecida ante el sufrimiento ajeno. Son las lágrimas las que pueden generar una ruptura capaz de abrirnos a la conversión». (N. de la R. Después de esta celebración, el Papa se fue a Roma. Para ver la despedida de Peña Nieto,
enlace a la galería de 40 fotos en la Presidencia de la República).
«Que esta palabra —añadió— suene con fuerza hoy entre nosotros, esta palabra es la voz que grita en el desierto y nos invita a la conversión. En este Año de la misericordia, y en este lugar, quiero con ustedes implorar la misericordia divina, quiero pedir con ustedes el don de las lágrimas, el don de la conversión».
Aquí en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, recordó Francisco, «se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar ‘al otro lado’. Un paso, un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tránsito humano».
Una situación que no puede ser ignorada, no podemos hacer finta de que no la vemos: «No podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos. Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global».
Una crisis que normalmente medimos en cifras, pero que nosotros «queremos medirla por nombres, por historias, por familias. Son hermanos y hermanas que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado. Frente a tantos vacíos legales, se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres. No sólo sufren la pobreza sino que encima sufren estas formas de violencia».